Alameda

O de un asador ilustrado con pura esencia riojana.

Sirven cocina verdadera y humeante que purifica el alma y ablanda los malos humores cerebrales.

El de Fuendetodos le hizo a Don Gaspar Melchor de Jovellanos un retrato en 1798 cuando ejercía de ministro; es bien conocida la amistad entre el pintor y el político, que fue uno de sus primeros protectores y destacado coleccionista de sus cuadros, siguiendo con interés el proceso creativo del pintor en la manufactura de la cúpula de San Antonio de la Florida, cuya realización él mismo había promovido.

Si vuelan a la sala veintidós del Museo del Prado, comprobarán de primera mano y con sus propios ojos que el maño inmortalizó sentado a Jovellanos junto a una mesa desordenada, apoyada la mejilla en su mano izquierda, sosteniendo con la derecha una cuartilla en la que leerán «Jovellanos por Goya», si acercan el morro a la tela; verán también una estatua en bronce de Minerva, diosa romana de la Sabiduría “tuneada” por el artista con un escudo de armas del Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía, en una alusión directa a las virtudes del retratado, que desnuda ante el mundo los rasgos esenciales de su personalidad, bondad, inteligencia, reflexión y cierta melancolía acorde con las preocupaciones que debían agobiarle por entonces.

En 1799, el amigo Melchor visita Fuenmayor por encargo del almirante y ministro de marina Antonio Valdés y Fernández Bazán, para realizar unos expedientes de nobleza de sangre de su hermano, que residía en el pueblo riojano al cuidado de la hacienda familiar; el escritor ilustrado anotó de forma detallada todas sus correrías y por él sabemos que había un cosechero en la zona que producía treinta mil cántaras de vino, diversos alfareros y cientos de jornaleros que trabajaban las tierras de los grandes propietarios para elaborar los distintos vinos de la época, el «hervido fuera del lago» y «supurado, esto es, hecho de uva escogida y enjuta», una especialidad riojana elaborada con pasas que resultaba muy dulce.

Le dedicó Jovellanos unos versos a Fuenmayor en sus epístolas, “he aquí do fue colmada mi esperanza, oh Fuenmayor, oh plazo venturoso de amistad, alegría y bienandanza, fértil buicio, valle deleitoso, campos que siempre enriqueció Baco, santa hospitalidad, dulce reposo, nunca os olvidaré, pues continuo empleo seréis de mi ternura y mi memoria, y aunque en vano, también de mi deseo”. No deteniéndose en describir el paisaje, se fija en las gentes, sus costumbres y las formas de vida, siendo perspicaz en sus observaciones y acertado en sus comentarios, como buen ilustrado, “hoy martes, sigue el buen tiempo; baño de pies, barba y general limpieza. A ver la iglesia: gótico-moderna, grande, tres naves con portadas; galería, capillas y ampliaciones recientes. Buen retablo mayor. Huertas de hortaliza y fruta, pobladas; todas en arriendo; ningún propietario rico puede cultivar la suya; nada cogería, porque todo se hurta: la verdura, el grano, los gallineros. Para las grandes labores de las viñas vienen jornaleros aragoneses y campesinos; cuesta cada uno, en el día, doce y medio reales: los ocho de jornal, el resto de un cuartal de pan, dos comidas, y alojamiento; por la tarde paseo a la vega: tierra ferocísima, de buen trigo y cebada y gran centeno, sólo para atar las gavillas; paseo al cerro de San Cristóbal, vista del Ebro a la derecha de la vega, bella y magnífica. Cena en el pueblo.”


¿Dónde cenaría Jovellanos bien a gusto, si volviera a Fuenmayor? Pues en casa de Esther y Tomás, en el reputado Alameda junto a la iglesia de Santa María, que por algo sirve hoy ensaladas “ilustradas” para librepensadores y refinados gourmets, sabrán que la vieja enciclopedia de Diderot y D’Alambert define al ilustrado como aquel que pisoteando todo prejuicio, tradición, consenso universal, autoridad, en una palabra, todo lo que esclaviza a la mayoría de las mentes y paladares, se atreve a pensar por sí mismo para caer rendido en brazos de una escarola aliñada, espárragos, puerros, alcachofas, patatas a la riojana, pochas y caparrones con chorizo, tocino y costilla de marrano, merluza albardada, bacalao en ajoarriero o cabrito asado sobre las brasas.

Todos y cada uno de estos platos pueden disfrutarse en este asador que contiene todas esas especialidades que pediría un ajusticiado antes de dejar este mundo, cocina verdadera y humeante que purifica el alma y ablanda los malos humores cerebrales: croquetas inmensas, gazpacho bien fresco, alegrías riojanas asadas, repeladas y aliñadas con ajo, ¡viva Tijuana!, lecheritas empanadas con crema de patata, cebolletas tiernas con sal –controlen sus ansias, entran como pipas, si no se contienen sudarán la gota gorda durante días con el aliento anestesiado-, callos con morros, ¡brutales!, patitas de cabrito guisadas, ¡enormes, qué gran guisandera es Esther!, y el remate final de la mejor chuleta de vaca gallega seleccionada por Luismi, asada con talento, servida con papas y pimientos del piquillo verdaderos.

Y de postre, agárrense la enagua que viene la ola: granizado refrescante y moderno de menta, tarta de manzana, pastel chorreante de chocolate y pistacho, leche fritas, arroz con leche, cuajada, natillas gordas, tostadas y helados, todos “primo-hermanos” del feliz mantecado y del melocotón en “alníbar”. Qué gozada.

La bodega es surtida y preciosa como la de Alí-babá, con precios ajustados que invitan al despelote y a brindar como está mandado.

Alameda

Plaza Félix Azpilicueta 1

Fuenmayor-Rioja

Tel.: 941 450 044

www.restaurantealameda.com

info@restaurantealameda.com

COCINA Todos los públicos

AMBIENTE Campestre

¿CON QUIÉN? Con amigos / En pareja / En familia

PRECIO 70 €

3 comentarios en “Alameda

  1. Miguel

    Lo primero felicitar a David por ser como es y por su excelente programa.Para mi es un numero uno.Y David que no te siente mal pero debes cuidarte y ahí debe entrar tu mujer(Enhorabuena!)ES que nos tienes que enterrar a todos…
    Soy de Logroño y decir sobre «Alameda» que es un restaurante con mucho prestigio en La Rioja aunque siempre ha tenido fama de caro.
    Y VIVA RUSIA

  2. David Bonilla

    No sé si soy el único que echo en falta un poco de la campechanía que derrocha David en directo en cuanto a crítica-reportaje de restaurantes se refiere.

    Es evidente que el Alameda envida a grande, pares y juego, pero me gustaría que David nos aclarará que tal anda de calidad-precio.

    Y es que pagar 70 jeroclos de plata son muchos jeroclos en los tiempos de hoy en día.

    Echo de menos esa referencia a la calidad-precio en la ficha final de la fonda.

  3. asier

    tienes razon en lo de caro que es y bastante. Yo he ido alli a comer tres veces por la cara por temas de trabajo cuando no había crisis. Lo bueno que tiene es que parece que comes como en casa, muy campechanos todos, si te toca mesa redonda ya es la leche. Recuerdo con agrado a un colega jugando al mus con el dueño. Deliciosa la carrillera David, una de las mejores que he comido.
    Tienes razon en lo de la merluza albardada, de calidad extrema.
    Y que decir del ganado para la chuleta. El mismo que el del Etxebarri de Arrazola.
    Y el encanto que tiene ver a luismi hacer las chuletas detras del cristal.
    Aun asi es un restaurante de lujo que muchos no podemos alcanzar en estos momentos…

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