Masip

Un fantástico bar de especialidades antediluvianas

Menuda murga da la muchedumbre vasca con sus segundas residencias en la preciosísima Ezcaray, localidad en la que estarán encantados de atender a tantos Patxis, Ekias, Txomines o Garbiñes paseando con paraguas y jersey, porque los riojanos son listos un rato, comerciantes, currantes, buscavidas y no echan cuentas si su vino se lo bebe un blanco, un negro o un chino albino mientras lo paguen. Son famosas sus mantas, su estación de esquí, su pequeño y emperifollado casco urbano y esa hostelería que hace las delicias de los locales y los numerosos visitantes que aterrizan allá cada temporada.

 

Si afinan el oído se echarán una risas con los “ieepas”, “aúúpas”, “ieúúps” y demás lindezas del dialecto vasco-cromañón y de toda esa mezcla tan divertida de hablas de nativos, madrileños pijos, catalanes desaliñados, turistas jubiletas berlineses sin un chavo, campistas guarros, excursionistas modo “Quechua”, ciclistas que parecen el Arquímedes de Ribera “el Españoleto”, peregrinos incrédulos de la fe o despistados que intentan llegar a Burgos y terminan en el Masip comiendo fritos de bechamel como si vieran a dios resucitado. Alucinan en cinemascope, porque si te pierdes en los alrededores de París, acabas desvalijado sin coche, pateado y abroncado por unos CRS bordes que te pedirán la VISA para que llames a casa y vengan a rescatarte. Mierda de Europa. La culpa de todo la tienen Yoko Ono, Felipe González que nos metió el golazo y el espíritu de Lennon que les sale por los poros. Imagine all the people.

Masip ofrece alojamiento y papeo de categoría, mesa y mantel de altos vuelos o taberna con su berenjenal y pinchos, raciones, taburetes altos, mesas de madera y banquetas para que goces como en casa de tu tía Encarna o Enriqueta, lo mismo da. Pedro me partirá el morro por escribir de su bar en vez de su precioso restorán, pero sabrá perdonarme. Este lugar es chiquito, acogedor, atiborrado de especialidades antediluvianas, engalanado con portadas de discos y parece la covacha del “Jazz entre Amigos” de Juan Claudio Cifuentes, ¡qué despelote! Lester Bowie, Art Ensemble of Chicago, Gillespie o Coltrane, el festival de jazz de Ezcaray tiene ya unos cuantos años y allá sonaron clásicos inolvidables. Larga vida. Para arreglarlo, diré que Pedro es el joven líder que tira de la manada, formado en el Arce del gran Camba o en El Amparo del madrileño Callejón de Puigcerdá. Un monstruo con canas en los huevos.

Pero la gracia desaliñada de sus hermanas es la bomba de neutrones que hoy nos reúne a todos en esta hoja parroquial del papeo. Son bravas y dulces Magdalena o Angelines, rancio y bonachón Eduardo y comestible la Castafiore doña Vicenta, gran jefa nonagenaria que no sale de su cocina ni aunque la tome al asalto la División Acorazada Brunete. Vive en el primer piso del inmueble y su lugar en el mundo es su fogón junto a su gente, haciendo fritos, removiendo pucheros, pilotando los quemadores y echando miradas, dimes, sapos y diretes a diestro y siniestro, ¡menuda torbellina! Yo trabajé con gente así. Te perforan con la mirada y sabes que entrará en un tris una comanda o que debes apresurarte porque el pescatero aguarda o vuela al horno porque ya está la tarta, ¡tontolaba!, mete de una puñetera vez el hojaldre cubierto con una chapa para que cruja, cristalino, ¡espabila!

 

Sus especialidades son infinitas, expuestas en la barra, ahí están hasta que alguien las pilla y son repuestas a toda mecha, ¡o no!, así que tonto si no vuelas. Ofrecen tortillas de patatas con alegrías riojanas, croquetas de jamón, tigres y pimientos rellenos de carne en salsa marrón con un rebozo de huevo que a veces rasga y aparece una picardía roja de Sylvia Kristel enseñando cacha como en aquellas pelis clasificadas “S” que veíamos de adolescentes pajilleros en el cine Bidasoa irunés. Rellenan alegrías, fríen bacalao y sirven fuentes enormes de pechugas empanadas de pollo pringadas de bechamel. Hay clientes que matan por sus berenjenas fritas rellenas de pimiento verde con beicon y queso o adictos a los “niños envueltos” o huevos escalfados con bechamel que revientan su yema líquida sobre la vajilla. Marchan patatas alioli, rebozan anchoas, montan las banderillas vinagrosas de toda la vida –gilda, pepinillo preñado con atún, pimientos y aceitunas–, y para los yonquis de la mahonesa rellenan unos huevos que entran derrapando en vena.

Si prefieren sentarse arréenle a las ensaladas normales o ilustradas, al queso, a la paletilla ibérica y al pisto. Menean menestras, albóndigas, callos, patitas, bacalao, patatas riojana y caparrones con sus sacramentos. Ilustran huevos con todo, fríen chuletillas, morcillas, empanan lomos sepultados en patatas y hacen una paella dominguera de bandera que a uno de la albufera le daría un “tarantantelo”, ¡que no quede vivo un talibán del arroz!, ¡por ahí va uno bien gordo!, ¡préndanlo! Brillan la tarta de chocolate con natillas y el flan de naranja. Lárguense a echar tragos al cercano pub “Troika” y alucinarán con el desparpajo del personal, ¡menuda soltura!, ¡qué copas floridas!, ¡sombrillas!, ¡bengalas!, ¡pim-pam-pum!, ¡cientos de botellas de todas las razas y categorías¡, ¡hielo macizo!, ¡festival piromusical!, ¡muerte al garrafón!, ¡viva Nadiuska! Disfruten, que nos quedan dos telediarios.

Masip
Avda. Academia Militar 4 y 6 – Ezcaray
T. 941 35 43 17
casamasip.com

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Tasca
¿CON QUIÉN? Con amigos / En familia
PRECIO ***/*****

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