Antonio Boulevard

El tasco soñado de Humberto y Ramón

En el antiguo “Barandi” del boulevard donostiarra, los que somos talluditos, carrozas y peinamos canas en los huevos, pasamos noches de desenfreno y blanco satén agarrados a un vino, bailando aquellas canciones pegadizas y espantosas de los ochenta. El local envejeció malamente y durante mucho tiempo fue el paradigma de tasco abierto a todas horas, pues lo mismo servía desayunos que pinchos guarros, meriendas para abuelas, cubatas, bocatas o servía de pista de aterrizaje para guiris, malajes nocturnos y peña variopinta. Afortunadamente tenemos en la ciudad a empresarios con iniciativa como los patrones del legendario Antonio, Ramón y Humberto, Humberto y Ramón, tanto monta, monta tanto, que han tenido la paciencia suficiente y la valentía junto a sus socios de invertir unos cuantos años de obras y sus buenos duros para devolverle las cartas de naturaleza a esta casa, que dibuja la memoria colectiva y sentimental de toda una ciudad. Que levante el dedo el que no quedó allá con alguna novia. Pues eso.

La actual propiedad se volvió loca para devolverle el lustre, soñando ese tasco que aglutine todo lo que debe de ofrecer una taberna bien armada. Además de buen papeo y bebercio de categoría, que se da por supuesto, los dueños de este establecimiento son disfrutones que se gastan los cuartos viajando y visitando todos los modelos hosteleros que encuentran por los mundos de dios: Bistrós, restoranes de alto copete, casas de comidas, trattorias, puestos de mercado, cerveceras, pubs o cualquier lugar que valga la pena y les inspire una mejora. Por eso en el nuevo Antonio uno olfatea todas esas casas buenas que pisparon y que dan lustre a la terraza, los espacios interiores, la barra o el exquisito gusto del mobiliario, los logos, la implantación de marca en las cristaleras o esos uniformes de un personal que intenta por todos los medios posibles agradar a los clientes. Es una locura el gentío que pasa por allí todos los días y el tinglado va poco a poco ajustándose gracias a un equipo joven y entusiasta que lidera una segunda generación, con Javi Elizalde al frente y Atxen Guruceta, Angel Chamali, Marcos o Luzena y toda la chavalada fresca y joven que enmienda los posibles errores con sonrisa, actitud y buen talante.

Cuidan el café, la bollería y los aperitivos para las primeras horas de la mañana, pues si el tiempo acompaña y luce el sol, la terraza de este local ofrece una panorámica inigualable de la ciudad para atizarle al café con leche, a una tostada con mermelada de albaricoque o a un Martini bien servido, con su corteza de limón y su oliva. Aquí también miman la celebérrima tortilla de patata, que a veces sale fundente o más hecha y por la que algunos son capaces de darse de tortas con tal de hacerse con su ración. La patata está torrada, lleva mucha cebolla caramelizada y la cuajan con una carretilla de huevos, pues es un artefacto similar a una torre de Babel o a un platillo volante. Ensartan gildas de categoría, cuidan los pinchos de ahumados montados al momento y sirven la reputada banderilla de pan tostado con anchoílla en salazón y pimientos verdes fritos, partida en dos para que a los más pijos no les chorree y les ponga perdida la corbata de Loewe, el fular de “Scalpers” o la chaqueta de lino natural de “Arbelaitz”. Ofrecen almuerzos, cenas y copas y combinados a tutiplén.

Atesoran buena chacina ibérica y lucen las tablas de jamón, salchichón, chorizo y pan con tomate refregado con aceite de oliva. Está que se sale la ensaladilla rusa y fríen buenas croquetas, crujientes, cremosas y fundentes, no es fácil encontrarlas mejores. Muchos gozan con las patatas bravas, los calamares y el crujiente de rabo guisado. Ofrecen milanesa de chuleta de cerdo “Joselito”, una moda de locos que planta sobre la mesa cintas maduradas con unos depósitos exagerados de grasa, con toda su falda. No están mal, pero yo me he criado comiendo chuletas de cerdo blanco de las de toda la vida, con pimientos rojos, y no entiendo muy bien esta moda de volverte loco con piezas con tan poco magro y una cisterna de grasa. Eso sí, si son tragones, pellizquen con pan esos depósitos grasos y pringuen la miga con los restos del empanado. Ofrecen arroz con almejas, hongos con crema de patata y papada ibérica o bacalao al pilpil con piperrada. Alumbran la brasa y asan zamburiñas o gambas rojas con esas cabezas que parecen una sopa natural de mariscos y crustáceos. Las carnes son de maese Goya, solomillo y chuletas “made in Tolosa”, con sus guarniciones habituales de patatas fritas de sartén, pimientos del piquillo y ensalada verde con cebolleta. De postre, quesos seleccionados, tarta de queso horneada y pastel fluido de pistacho. Podrán fumar en la terraza y seguir atizándole al vino o al champán en cubitera y si se alarga la trompa, esta casa tiene suficiente oficio para sacarles raciones, un plato de chacina o bocadillos para amortiguar el pedal. Tienen más oficio que la Sarita Montiel subida a un escenario. Disfruten, que nos quedan dos telediarios.

Antonio Boulevard
Mayor 2 (esquina Boulevard) – San Sebastián
T. 943 187 439
antoniobar.com/boulevard/

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Tasca modernita
¿CON QUIÉN? Con amigos / En pareja
PRECIO ****/*****

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