Restaurante Jaizkibel

La nueva casa del gran Jon Dorronsoro

De este hotel hondarribitarra poco más puedo añadir porque todo pichichi lo conoce y en estas mismas crónicas del zampe le dediqué algunas entregas en los últimos tiempos. Es un paraíso. Les conté una y mil veces que en este lugar nací yo hace cincuenta y dos boniatos, pues villa Kurlinka linda con la antigua villa de un alemán, que es la finca sobre la que construyeron este establecimiento rodeado de naturaleza, caseríos, zarzales y senderos que conducen hasta el Vía Crucis, las calas y playas perdidas de Jaizkibel y su ermita de Guadalupe. Este restorán inició nueva andadura con la incorporación de Jon Dorronsoro como patrón del tinglado, encargado de que aquello siga teniendo el mismo lustre y se coma y se beba fabulosamente.

Disfruta de una arquitectura singular y unos espacios proyectados para que franquees la puerta caminando o en automóvil y alucines en colorines. Es esa ley que aprendes en las grandes casas hosteleras repartidas por el mundo entero, que van adivinándose conforme avanzas y colonizas los jardines o abres una puerta y te plantas en un recibidor. Cuando visitas Eugénie-les-Bains te vas emocionando en la misma carretera y el corazón late precipitadamente cuando lees los carteles y sientes el olor de la hierba recién segada o de las magnolias de sus prados en flor. Aquí ocurre algo similar, pues en cada estación luce lo que toca y ahora revientan los agapantos africanos, las hortensias, los juníperos o esa gama de verdes recién brotados de setos y aromáticas. Se oye el rumor de una fuente de caño ancho derramando su agua sobre el verdín y el deleite de una sala bien iluminada en la que lucen los manteles recién planchados, los butacones, aparadores y una galería de pinturas, fotografías y grabados del pintor irunés José Salis. No se pierdan ese gran cartel pintado por el mismísimo Sorolla o esas meninas de Manolo Valdés, que presiden la sala principal.

Así que con estos mimbres, luce el curro de Jon como nunca jamás y el de todo su pequeño y entusiasta equipo, en el que destacan Lierni y Lili, que tienen nombre de poema de Lord Byron o de personajes de dramón romántico de Charlotte Brontë. Les sugiero que al nuevo Jaizkibel vayan a pimplar sin complejo alguno, pues el patrón es un chiflado del bebercio y atesora todo lo que le gusta y le llama poderosamente la atención. Nunca por esnobismo, sino por auténtico, genuino y bueno. Allí descorchan vinacho que no encuentras en otros restoranes porque está Jon al mando y lleva toda una vida currándoselo y combinando lo natural “bebible” con lo clásico y lo comercial, para que todo dios tenga su trago y nadie se sienta discriminado. Pues nada hay peor que esas pandillas de maniáticos que se escudan detrás de una bebida o una manera de alimentarse; Veganos contra marcianos, carnívoros contra lechuguinos o esa brasa tan habitual de los “sulfitomaris” y los que defienden que mariposas y mariquitas revoloteen sobre las copas y se sientan como en casa, en su hábitat natural. Menudo panorama.

El chaval es inquieto por naturaleza y posee un encomiable recorrido profesional y personal, pues además de bien formado en grandes casas como las de Garrote Berasategui, está muy vivido, bien bebido y ejerce de disfrutón y buen cliente de los grandes restoranes y templos repartidos por el mundo. Qué importante es para cualquier profesional hostelero salir de casa y aprender, gastándose el dinero y echando la mano al bolsillo. Pero no todo es empinar el codo y despelote. Aquí el “concepto” es deportivo y elegante, porque bordan platos como la sopa de pescados y mariscos, cortan paletilla ibérica de bellota “Carrasco” y sirven ensaladas de bogavante con aguacate y mahonesa “dinamita”, canelones rellenos de txangurro o pasta casera con crema de erizos y cigalas. Ligan kokotxas de merluza al pilpil, asan rodaballos con patatas confitadas y pichones con mole y zanahorias, además de tostar solomillos con panceta o cordero lechal, los días de guardar. Si se quieren casar, se ocuparán divinamente de su convite y si todavía se están conociendo, podrán arrimar las cebolletas con esa carta informal que ponen a disposición de los despistados o los carcas que pasan de las originalidades y prefieren hincarle el diente a unos mejillones en salsa diablo picante, unas anchoíllas en aceite de oliva, unos calamares a la romana, unas croquetas de jamón o una simple y sorprendente hamburguesa con patatas que esconde entre sus panes una buena picada de carne y queso, con cebolla y demás pornografía de categoría. Disfruten, que nos quedan dos telediarios.

Restaurante Jaizkibel
Baserritar Etorbidea 1 – Fuenterrabia
T. 943 646 044
restaurante.hoteljaizkibel.com

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Campestre modernito
¿CON QUIÉN? Con amigos / En pareja / En familia / Negocios
PRECIO ****/*****

2 comentarios en “Restaurante Jaizkibel

  1. IPE

    Espero gran David q llegue el dia X que los adelantos nos permitan deleitarnos el paladar a la misma velociada con la que nos llega en un email estas imagenes tan sugerentes sin duda sera un gran adelato para la humanidad.. que digo seria para los que el buen comer es el mayor placer q nos ofrece esta vida la mejor noticia esperada..

  2. Daniel Iván Wencelblat Deas

    Ya estoy contando los días en que pueda ir de vacaciones a Fuenterrabía y pasar por el Rest. Jaizkibel.!!

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