Cocina y bodega bien surtida de los mejores ingredientes de la Vera
Pily, Isidro y Óscar son tres hermanos dedicados en cuerpo y alma desde hace muchos años a alegrarnos la vida a los zampones y cocineros que guisamos y empleamos el mejor pimentón de La Vera en nuestro sofrito. Cuanto más cocino, menos sé sobre el origen de nuestros productos, pues mi oficio es orgulloso y resabiado y pocas veces nos acercamos al origen de las mejores materias primas para aprender con curiosidad y detenimiento. El oro rojo que se manufactura en la comarca extremeña de La Vera es una de las mejores especias del mundo, único en su genero, pues desde finales del siglo XV cultivaron pimientos en la provincia de Cáceres los frailes Jerónimos de los Monasterios de Guadalupe y Cuacos de Yuste, custodios del gran César Carlos I de España, estratega, amo del mundo e insaciable zampabollos.
En la misma vera de la carretera y en unas instalaciones modernas y preparadas con tecnología de bandera, los hermanos pimentoneros de Vega Cáceres procesan un ingrediente que es hijo de la dehesa y hermano mayor de las mejores chacinas y productos ibéricos, ¡así de clarinete! Todo se cuece a final de verano y en el otoño lluvioso, momento en el que recolectan los pimientos maduros que se secan en hogares de leña en mitad del campo, embriagando con su perfume ahumado a toda la comarca. Son muchas las familias que se emplean duro para poner en el mercado un producto exclusivo que podría competir en la vitrina de cualquier colmado de postín junto a las grandes conservas, los vinos únicos, los aderezos más delicados o los mejores embutidos curados: desde New York hasta Milán, pasando por Madrid, Barcelona, Londres, Roma o la lejana Hong Kong, el pimentón de Vega Cáceres es una gema preciosa capaz de dejar boquiabierto a cualquier glotón del planeta.
Si paran por la zona y se les echa encima la noche visiten a Alba y Ruben, custodios de un precioso establecimiento en el que gozarán como cochinos en una charca por destacarse en su mimo al visitante. El lugar es hermoso y articula alrededor de un patio porticado un pequeño hotel muy coqueto, un comedor de restorán y un pequeño bar en el que tomarse un tentempié o desayunar copiosamente, si deciden echarse en brazos de un sueño reparador. El rumor de una pequeña alberca estimula el descanso o alumbra la sed y el apetito, según se mire, pues no olviden que esta otra Abadía de Yuste ofrece a sus clientes lo mismo que buscó el monarca de la Casa de Habsburgo en su retiro: paz, serenidad, bodega y cocina bien surtida de todos los elementos propios de la zona. No son pocos los vecinos, empresarios y golosos llegados desde Jaraíz, Jarandilla, Aldeanueva, Valverde o Plasencia que corren a visitar a Alba, patrona de la casa, que se muestra cariñosa y solícita por mimar a todo dios con un cuidado que se dispensa solo a la gente que quieres.
Rubén gestiona el fogón con una capacidad extraordinaria por agradar y sintiendo en el costal esa responsabilidad del trabajo heredado de sus padres, que se quemaron las pestañas currando. Aún hoy se deja ver por allí su madre, una mujer sabia y dedicada que necesita sentirse viva entre pucheros, entregada a pequeñas tareas como bolear croquetas, atender sofritos o poner legumbres a remojo, ¡menuda artista! Como no podía ser de otra manera, mantienen contacto estrecho con todos los paisanos de la zona que les acercan cestos de setas, verduras, legumbres, caza, cortes de carne de cochino graso o pimentón de La Vera recién molido, tesoro ante el que debe uno arrodillarse, hincando rodilla en tierra. Espolvoreado sobre unos hongos o unas amanitas crudas laminadas y regadas con aceite de oliva virgen extra y sal, son plato colosal. Cortan jamón a cuchillo y a pares, para que en una misma ración puedas disfrutar de la maza, la babilla o la punta. El lomito de presa ibérico lo rebanan grueso y la Torta del Casar, ¡albricias!, la salpican generosamente con oro rojo a discreción. Destacan las croquetas de María y joyas como las migas con huevo frito, patatas revolconas con panceta ibérica o la sartén de huevos con jamón. Para disimular asan pimientos morrones y los aliñan en ensalada. Asan cochinillos por encargo, pues Rubén tiene un “Diógenes” muy común entre los cocineros y acumula artilugios para asar con brasa, hornos abiertos, cerrados o parrillas, colocando los cortes grasos sobre el carbón para infiltrarles calor y que chuletas, presas, plumas y demás cortes queden jugosos, tiernos, sonrosados y la peña se vuelva majara. Estofan cortes de cerdo o vaca, carrilleras, rabos o manitas de cerdo. Denlo todo y entréguense como el gran emperador, que apagó su centelleo todopoderoso papeando y bebiendo, impotente frente a la ley natural y la muerte, ¡que el Sacro Imperio Romano Germánico nos asista!
Abadía de Yuste
Avda. Constitución 73 – Cuacos de Yuste – Cáceres
T. 927 172 241
www.abadiadeyuste.com
@abadiadeyuste
COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Campestre
¿CON QUIÉN? Con amigos / En pareja / En familia
PRECIO ***/*****