Bodegón Benta-Aldea

Un tasco poligonero de muchos quilates

El local que hoy les traigo lleva muchos años abierto al público y alojado en un polígono industrial al uso, rodeado de talleres y de esa frenética actividad laboral que necesita de una barra y una mesa bien atendidas, pues a todas horas apetece soltar el alicate y tomarse un café cortado, un bocata de tortilla de patata a media mañana o calzarse un menú del día con su sopera plantada en la mesa. Raro es el polígono en Euskadi en el que no se coma estupendamente, pues abundan en todas las localidades esos negocios familiares que echan humo entre semana para atender a todos los cargos de una fábrica, pues lo mismo sirven caldo que se lían la manta a la cabeza con el guisoteo o con una fabulosa carta de vinos para celebrar la venta de una fresadora o un buen contrato de mantenimiento de máquina herramienta.

En Benta-Aldea se bate el cobre una segunda generación de la familia Garmendia, pues los patriarcas curraron como bestias y pasaron el testigo del local a los infantes, que siguen peleándose las alubias desde la misma barra, en el fogón de la cocina y en el resto de dependencias del establecimiento, el amplio comedor, el despacho de vinos y ultramarinos y las cinco habitaciones de la primera planta. Oyeron bien, ¡sí!, gestionan dos tiendas, un asador, una tasca y un hostal rodeados del paisaje característico de los pueblos currelas de nuestra tierra, pues hay almacenes de material de construcción, concesionarios, despacho de carne, una tienda de material y ropa de montaña y una pila de talleres y de empresas de caché con delegaciones en Canadá, India y la China continental. También los rodean las vías del tren de cercanías y las vegas cercanas están plagadas de huertas y de la riqueza propia de los caseríos del entorno, prados, vacas, ovejas, cerdos, maíz, alubias y garajes llenos de tractores y todo-terrenos con remolque para llevar los perros de caza.

La justificación que lleva a un individuo a comer a este garito de Anoeta es el habitual cliché del vasco currela y madrugador que llegando la hora de comer, acude a un centro de atracciones del papeo de primer orden, sin volverse loco y a tiro hecho, pues los que echan horas en el tajo no tienen el badajo para juguetear con la comida. Aquí, además, puedes almorzar desde bien temprano embutido en tu buzo de trabajo de Mahón, calzarte un par de huevos fritos con panceta y correr de nuevo al torno, a tu despacho o a tu cabina de chapa y pintura para seguir con la faena hasta que apriete de nuevo el apetito. Entonces toca lavarse las manos con piedra pómez, ponerse un jersey al hombro y salir pitando a este bareto poligonero a pimplarte un vino, una caña bien tirada o una botella de sidra antes de pasar a la mesa a meterte entre pecho y espalda cualquiera de esos platillos que reconfortan el espíritu y reemplazan esa cocina doméstica que a todos gusta de primero, segundo plato y postre de sugerentes enunciados, ensaladas ilustradas, potajes con fundamento, carnes con guarnición y pescados del día, flan, natillas, macedonia y tarta de la casa.

Pero el lugar se crece y se pone bravo con una carta de categoría bien resuelta si uno va con la intención de gastarse los duros para celebrar la vida, sin más, o quiere aflojar la cartera con los distribuidores, el equipo comercial o un cliente que vino desde Albacete, “una vieja y un viejo van pa Albacete, y en mitad del camino va y se la mete, va y se la mete”. Es una declaración de intenciones su almacén de vinos y ese colmado instalado en el umbral del establecimiento, pues caminas embobado hasta tu mesa contemplando todo tipo de manjares y golosinas líquidas y solidas, apiladas en los estantes como si de una cueva de Alí Babá se tratara. Botellas de vino, aguardientes, embutidos, embuchados, bacalao, conservas de pescado, anchoíllas en salazón, troncos de bonito en aceite, vermús y todo tipo de artillería te van iluminando la sonrisa mientras enfilas hacia la mesa para calzarte unas pochas viudas, una ensaladilla rusa o un bacalao con fritada de tomate y pimientos. Se salen del mapa las combinaciones de huevos fritos “con todo”, lomo de cerdo, pimientos con ajos, jamón pasado por la sartén, txistorra, tocineta y abundantes patatas fritas. Además, atesoran una parrilla en la que asan costillas de ternera, chuletas de vaca o grasientas piezas de cerdo ibérico del valle de Los Pedroches, que sirven guarnecidas con pimientos rojos confitados o ensalada verde con abundante cebolleta. Para rematar, tarta de queso o crema de yogur con helado de mango, café, pitillo en la terraza y si se tercia pidan los amarracos y juéguense al mus los cafés y los cubalibres.

Bodegón Benta-Aldea
Pol. Industrial Benta-Aldea – Anoeta
T.: 943 654 079
www.bentaldea.com

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Tasca de polígono
¿CON QUIÉN? Con amigos / En familia / Negocios
PRECIO ***/*****

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