La Barra del Amiaketako

Tasca ilustrada con producto de primera

Los propietarios del local que hoy les recomiendo pasaron muchos años currando en Madrid a destajo, con la corbata y la sonrisa puesta, pasando las estrecheces de la gran ciudad con sus prisas, acelerones e idas de olla. Tras nueve largos años de singladura por un desierto de los tártaros, decidieron hacer la maleta y volverse a San Sebastián barruntando la remota posibilidad de dedicarse a su gran pasión, que no es otra cosa que el papeo y las cosas del bebercio. Tengo que reconocerles que este tipo de aventuras salen mal, pues no he conocido pocos comensales entusiastas que pasaron a empresarios de hostelería y se dieron un tortazo morrocotudo. Muchos creen que lo saben todo del oficio por tener claros sus gustos y gastar tela en los restoranes, pero es harina de otro costal dedicarse profesionalmente. No es el caso.

Se echaron la mochila a la espalda y arrancaron la marcha después de observar que en el sector de la alimentación podrían abrirse hueco con el comercio digital, creando una marca que se alimentara de toda una selección de grandísimos productos del mar, de la huerta y de la granja. Pasión no les faltaba y siendo grandes conocedores de muchas golosinas que les chiflaban, tiraron millas por carretera en busca de seriedad, fidelidad y artesanos capaces de suministrar materiales de categoría para hacer grande una nueva marca, “Amaiketako”. Vendían sus productos por la red y liaron varios belenes, haciendo cestas de navidad o metiendo el morro en la distribución habitual, colocando sus criaturas en algunos restoranes, colmados de ultramarinos y hoteles de pedigrí.

Llegó el momento de la reconquista y regresaron al mercado madrileño de San Miguel con un despacho abierto al público al que incorporaron una barra, que se convirtió en una pasarela de todos sus modelitos convertidos en pinchos, raciones y tapas. El sueño se empezó a convertir en realidad, pues siempre habían deseado una pequeña cocina a toda mecha escupiendo especialidades. Luego llegó el virus de la China y se acabó la diversión, llegó el comandante y mandó a parar. Buscaron refugio en su almacén guipuzcoano y gracias a la histeria generalizada de la población recluida en casa, capearon el temporal multiplicando ventas, pues a todo pichichi le dio por cocinar y buscar refugio en el sofrito, el papeo y la mandanga.

“La Barra del Amiketako” va asomando ya la patita en esta brasa de relato porque fue el resultado lógico de sus ganas de ser hosteleros de provecho y de la necesidad de esta panda de majaras de tener un local abierto al público en la ciudad que los vio nacer y crecer. Se les puso a tiro el local de una clienta y no lo dudaron, ¡eureka! Abrieron un ocho de agosto de 2020 con toda la población loca de remate por las calles peregrinando por las terrazas, desquitándose de los meses de encierro y dándole duro a la piñata. Allí se daba cita todo el barrio y el local ofrecía esas especialidades que a todo dios le apetece comer, rescatadas de los clásicos de las tabernas de toda la vida, con ese añadido de platillos más gamberros que tomaban forma de bocatas, perritos o hamburguesas. Luego azotó de nuevo el maldito virus y como en un relato chungo de Houellebecq, desapareció el chiquiteo y el ajetreo y la barra tuvo que transformarse en tienda y ofrecer servicio a domicilio, despachando toda su oferta para las celebraciones del barrio.

Algunos de esos platillos pensados para llevar a casa suelen ponerse aún en práctica cuando los solicitan, pues causaron sensación la sopa de pescado, el txangurro guisado a la donostiarra, los chipirones en su tinta, el pollo relleno o el solomillo Wellington, que conviven hoy con las gildas, las carrilleras en salsa o los pinchos de atún con anchoílla y salsa mahonesa. En resumidas cuentas, “La Barra” ofrece platos reconocibles, apetecibles y en su mayoría fáciles de compartir. Es una especie de bistró informal en el que papeas croquetas, chacina ibérica, patés y conservas de pato cebado, ensaladilla rusa, pastel de pescado, merluza rebozada y lomo bajo de vaca a la plancha. La oferta entre pan y pan se sale en las curvas, así que aprovechen la grandiosa y cuidada oferta de vinos para calzarse alguna botella de cortar el hipo con cualquiera de sus salerosos bocatas de pan de los colegas de “Kuskurro”, reventones y cargados de rellenos multicolores: calamares, queso de Irati, butifarra, papada ibérica, pollo o filete de hamburguesa embadurnados de mostaza, mucha cebolla sofrita y mahonesa picantilla.

La Barra del Amaiketako
Zarautz 2 – Donostia
T.: 681 227 720
https://labarradeamaiketako.com/
@labarradeamaiketako

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Tasca pija
¿CON QUIÉN? Con amigos / En pareja
PRECIO ***/*****

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