Picos Obando
No hay nada más emocionante que llegar a una tasca andaluza, sacar de un canasto cubiertos, servilletas de papel y abrir paquetes de picos y regañás para desparramarlos sobre la mesa y empujarse unas cuñas de queso, platos de jamón ibérico, embutidos o embuchados y trastear con ellos las raciones de ensaladilla, pringá, mollejas y sesos revueltos.
El expositor de la fotografía es un sueño erótico de categoría, porque pocas cosas me gustan más que un pico rústico o artesano utrerano, ¡meneámela con la mano!, y esas patatas fritas de bolsa de la sierra de Aracena que no tienen rival, gruesas, enormes y crujientes.
Jaime Obando es un chiflado que lo mismo encuentras en una feria a pie de expositor liándola parda con su catálogo, trasteando en su obrador o empujando una carretilla caminito de la playa con un pedido urgente para el chiringuito de un colega.
Es defensor a capa y espada de la tradición panadera de su localidad, famosa por sus guisos de caracoles, potajes, calderetas, bizcotelas, brazos de gitano y mostachones, ¡viva el bandolero Diego Corriente, el ladrón de Andalucía que robaba a los ricos y a los pobres socorría!