Buen papeo en Lasarte city
Lasarte tiene hipódromo y Copa de Oro, tuvo campo de Golf de dieciocho hoyos, posee una fábrica de neumáticos Michelin, al gran Martín Berasategui y una hostelería de pedigrí que atiende a una mezcla multicultural de vecinos que alimentan una particular forma de vivir, relacionarse y divertirse. Hay comunidad magrebí, iglesia evangelista con su reverendo en jefe, banda de música y misa cantada a ritmo caribeño, casa de Andalucía y Extremadura en la que cortan jamón y sirven perrunillas, floristería y carniceros de categoría como Aduriz o el despacho de Patxi Larrañaga, que elaboran salchichas, morcillas y txistorras de renombre internacional.
Los más cascarrias y carrozas del entorno recordarán el Zulo y su barra sicotrópica, los desayunos resacosos de domingo en el Sancho, las horas echadas en el Insausti y el Garoa, los cafés cortados y la tortilla del Ainhoa, los cubatas y los torneos de ping-pong del Larre, el pincho de oreja de cerdo en salsa del Epel, las carreras de caballos televisadas del Txartel, el menú del día zampado en barra del desaparecido Goiegi, los pollos asados del Bugati, los tragos de sidra del Araeta o la reciente incorporación de Sergio Humada y su Txitxardin como avanzadilla en el extremo opuesto de la localidad, pues tropiezas con él en cuanto dejas Andoain y enfilas caminito de Donostia.
El pedazo de local que hoy nos ocupa es fruto del duro esfuerzo de una familia hostelera de la localidad, pues el Bar Jalai de la calle Mayor lo regentaban los padres de Javi y sus dos hermanos, que se batieron el cobre peleándose la barra bien surtida y atendida de un clásico negocio tradicional. Con el tiempo, cada uno de los hermanos volaron del nido y montaron su propio establecimiento y el bueno de Javi soñó La Vie tal como hoy es, inaugurando un local hecho a su imagen y semejanza. La fórmula mágica es ese sagrado mantra de mezclar profesionalidad con muchas ganas, oficio y pulcritud en todas y cada una de las elaboraciones de cocina y barra, pues su meticulosidad lo llevó a meterse en cocina con su cuñada Miriam para lograr el tándem perfecto de entendimiento y agilidad en cada uno de los servicios. Chorradas las justas y hasta que no sale como quieres, ¡no hay excusas!, y si hace falta te metes en el fogón y a cascarla a Parla.
Llama poderosamente la atención la puesta en escena del establecimiento, moderno, irreverente, cuidadísimo en las formas y en los detalles y confortable, con ese portón abierto de entrada que invita a franquearlo y dejarse llevar. Si a todo esto sumamos la complicidad y el buen hacer de Lorena y Romina en sala, eficaces y amabilísimas con los antojos del respetable, no es ninguna casualidad que en cada turno se claven los platillos, dándoles el justo punto de cochura para que todo salga a pedir de boca y el equipo pueda irse a descansar con la conciencia tranquila y la satisfacción del trabajo bien resuelto. Así de clarinete. No hay otro misterio.
La carta abre el apetito de un vistazo, sin excentricidades ni floripondios, pues atesoran paladar y son fieles a los principios básicos de las casas de comidas, respetando las materias primas y rodeándolas del menor ruido posible. Bordan los guisos y los pintarrajean sobre la vajilla con un punto canalla, sin sobrarse ni dejarse los neumáticos en la derrapada. Comes lo que pides y santas pascuas. Ofrecen platos fuera de carta los fines de semana y no hacen experimentos con gaseosa para que el respetable repita. Corta el hipo y pone el pelo de punta el esfuerzo que habrá supuesto plantar esa nave espacial del despelote a tres pasos de la oficina de correos de la localidad y las horas echadas para terminar gozando mientras trabajas, que es lo que esta panda de mamelucos hace en su propio establecimiento: nada sobra, nada falta y les brilla el ojo mientras vuelan raciones sin gilipolleces y se descorchan botellas de vino de toda suerte y condición. Destacan la costilla lacada con salsa teriyaki, la pluma ibérica a la brasa o el curry de langostinos. Cortan jamón de categoría y aliñan un filete tártaro que está de muerte, fríen verduras en finísima orly con romesco, croquetas reventonas, guisan txangurro con huevo y las carrilleras de ternera están finísimas. A veces suena la flauta y ofrecen arroz en salsa verde con gamba roja o morrillo de atún. Hay buenísima hamburguesa sin mamonadas, chuleta con sacramentos y postres que merecen mucho la pena como el pornográfico suflé líquido de chocolate.
La Vie
Geltoki 14 – Lasarte-Oria
T. 943 324 861
@laviegastrobar
COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Modernito
¿CON QUIÉN? Con amigos / En pareja / En familia
PRECIO ****/*****