Ongi Etorri

“Jan eta edan”, lugar de culto y referente armero

Eibar y humildad se pelean en la misma frase y no conozco núcleo urbano en la vía láctea con la garra y el amor propio de la localidad armera, situada en el mapa gracias a su club de fútbol y a ese pasado de buzo, llave inglesa, damasquinado, revólver de gran calibre, línea de montaje de bicicletas, máquinas de coser, grapadoras y demás enseres de ingeniería útil. Rebusquen en alguna fototeca y alucinarán con esas estampas de operarios subiendo y bajando, en un despliegue de coordinación y entusiasmo colectivo que los aupó a lomos de la bonanza y la prosperidad y forjó su leyenda.

A rebufo de semejante despliegue florecieron múltiples asociaciones lúdicas, recreativas y deportivas, casinos, comercios de toda suerte y condición, salas de cine, sociedades gastronómicas, círculos privados y logias del despelote, restoranes, tascas, asadores y demás fauna del tapeo, papeo, magreo y pimple en los que se sirvieron millones de cafés completos y se descorcharon tantas botellas de champagne, que si las pusiéramos en fila india una tras otra, alcanzarían las ochenta y una lunas del planeta Saturno, ¡viva El Corte Inglés!

Siendo chaval creí que lo que alcanzaba mi vista en aquella república llena de riqueza y personajes risibles era una aventura inventada por mis padres y sus amigos y ya crecidito entendí que era la vida en mayúsculas y por eso largo aquí los destellos de un pasado que aún perdura en la memoria de muchos habituales del renovado tasco Ongi Etorri que hoy nos entretiene. Fueron tres sus fundadores, Fernando Iturricastillo y dos artistas de la pista los que hicieron frente al traspaso del bar en el año mil novecientos ochenta y dos, pagando once millones de las antiguas pesetas, un pastizal para la época teniendo en cuenta que una vivienda hermosa y céntrica costaba la mitad, ¡aúpa FIARK!, ¡larga vida a Fernando Gárate!, ¡viva Le Corbusier!

Fue bareto de los de siempre, de chiquiteo, tragos, café completo y tapeo en barra de chorizo colgandero, champis plancha, riñones en salsa, taco de bonito en aceite de oliva y gildas. La clientela gozaba en alegre camaradería, inspirados por los gloriosos sucedidos de una casa que contabiliza anécdotas e historias a puñados. Alejandro Carral, insigne eibarrés conocido como el “rey de las vedettes españolas”, montaba aquí sus fiestas a puerta cerrada para las compañías que actuaban en el cercano teatro Amaya, tras finalizar la función, y un día cualquiera de labor se servían mil cafés diarios, vendiéndose las Farias por cajones, ¡envido! Para que se hagan a la idea, en un solo jueves “pelotazale” del Astelena, se liquidaban más puros y copazos que en todo un año en la actualidad, ¡haibadios!

En dos mil nueve arrancó una nueva etapa en el Ongi y Fernando agarró las riendas del negocio con el inestimable garrote de sus hijos Iker y Jon, reformando las instalaciones para adecuarlas a los usos y costumbres de los tiempos que vivimos, menos aparatosos, pero bien estimulantes. Las líneas les quedaron limpias y depuradas y el ambiente invita a liarse la manta gracias a un armario de vinos deslumbrante y ese servicio atento y eficaz integrado por Oihana, Tati y sus secuaces, Álex, Mafe, Deiene y Ariana. Las instalaciones de cocina son el pulmón del negocio y se anclan al suelo gracias a que Martín, Gabriel y Eli atesoran una cabeza bien amueblada por Justi, la matriarca e inspiradora de las golosinas que ofrece la carta. En resumidas cuentas, gozarán con una deslumbrante variedad de vinazos de bandera y podrán trincárselos con buen material asado, plancheado o guisado porque aquí tocan el balón de lo lindo y comparten línea de ataque la buena chacina ibérica, la anchoa en salazón, los boquerones, las croquetas y los calamares de fino rebozo con las bandejas de zamburiñas o gamba blanca, los pescados con refrito -merluza, rodaballo o besugo-, el bacalao o la merluza en salsa, los guisos de callos con pata y morro o las orejas en salsa. Para los carnívoros seleccionan buenas cintas de chuletas y para los más repipis y estirados, solomillo de categoría. Apuren el vino con queso y eleven el índice glucémico hasta lograr algún preciado asterisco de ambulatorio con la tarta de queso, el tiramisú, los helados y los sorbetes variados.

Ongi Etorri
Toribio Etxebarria 21 – Eibar
T. 943 207 007

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Tasca elegante
¿CON QUIÉN? Con amigos / En familia
PRECIO ***/*****

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