Bo-Queixo de Arzúa Ulloa

Los cabrones de la quesería Castelo y el colega Ricardo, mi proveedor de sustancias tóxicas comestibles se pusieron de acuerdo para meterme en el maletero un cajón de quesos de pasta tierna, que bajo diferentes formas y denominaciones, entran en sangre untadas en pan y a lomos del vino.

Soy un yonqui del queso y me vuelven tarumba este tipo de piezas que explotan en ríos de grasa en cuanto pinchas con el cuchillo, pues este Arzúa Ulloa de la fotografía pasó siete horas de calenturiento viaje y en cuanto reposó sobre una tabla, cayó fulminado, despatarrado en lonchas.

Como no soy Enric Canut ni poseo su fino paladar ni su memoria, ya les advierto que esta virguería sabe a pasto y a hierba recién segada y a frutos secos y a toda esa pirotecnia zamorana que pone en alerta la almorrana.

Prueben a hacer con él pendejas quesadillas o sepúltenlo en bechamel o enciérrenlo en empanadillas, porque funde de categoría y como un torero bravo, se vale él solito para hacer el paseíllo con fritos, lasañas, canelones, patatas al horno y demás joyas de la Real Maestranza del Gratinado y la Mandanga.

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