Torta de maíz “David”

Todos tenemos esa magdalena de Proust que jamamos y nos lleva en vuelo directo a la más tierna infancia, y este bizcocho de maíz, manufacturado en la localidad lucense de Guitiriz, cabalga a lomos de un purasangre blanco abriéndose paso entre quesos, chorizos, empanadas, pequeños pimientos y orejas fritas de carnaval, que son los jinetes de mi particular apocalipsis gastronómico de la niñez.

Este pequeño despacho de bizcochería sigue detenido en el tiempo, pues aunque lo lavaron ligeramente de cara adecentando el mostrador y colocando algunos armarios y lámparas moñoñas, continúa horneando la misma especialidad de siempre, sin haber cambiado ni el papel de embalar.

Es sabroso de pelotas porque bajo su coraza azucarada y oscura, esconde un corazón tierno y jugoso con un explosivo gustazo a maíz que empuja irremediablemente a la drogodependencia.

Si se plantan ante él con un vaso de leche fría, cortarán chaflas con un cuchillo hasta dejar la bandeja pelada y sentirán una insoportable sensación de mediocridad y arrepentimiento por no ser capaces de controlar a ese gordo asqueroso e infecto que todos llevamos dentro, ¡cagonlabáscula!

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