Flor de Muga blanco 2018

Soy un verdadero fanático del Flor de Muga rosado, así que estoy como un rapaz con zapatos nuevos el día de su primera comunión ante el feliz alumbramiento de este hermano mayor parido por los colegas de Muga, riojanos del barrio de La Estación.

Ahora que arranca el verano nada apetece más que enchufarse descalzo a una cubitera y pimplarse un trago de este elixir graso, elegante y fragante como la flor de la magnolia, pues el muy condenado baja por el gaznate con la misma elegancia que tenía Bette Davis fumando cigarrillos.

Me pimplé a mediodía tres cuartos de botella en copa de fino cristal y lo rematé en vaso de chato cenando dos tajadas de merluza rebozada recalentada en microondas, ¡vivan las sobras!, ¡viva Manu Muga!

Ya si eso el color pajizo y el carácter glicérico y la tipicidad del suelo y demás datos técnicos sobre retrogustos y matices nasales, los investigan en internet o en algún portal de sabiondillos del vino llenos de pitilinadas, puntuaciones y sesudas consideraciones. De nada.

bodegasmuga.com

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