Es sinónimo de los tiempos que vivimos ser ignorante gestionando empresas y verse de ministro o de diputado general, con corbata y una cartera de cuero colgada del cogote, así que aquí vamos yo y mi nardo, sin tener pajolera idea de vino pero pimplando y narrándoles unos tragos de infarto como esta botella toscana cocinada con Merlot.
También les digo a mi favor que no hace falta estudiar bellas artes para emocionarse y a las pruebas me remito: pinchen Tocata y Fuga de Bach, la Música Nocturna de Boccherini o siéntense ante cualquier obra flamenca del Museo del Prado y se quedarán bocartes.
Si miras a tu alrededor y te asalta una amarga sensación de impotencia, remata pimplándote esta joya y se te pondrán los huevos colganderos.
Si necesitan más datos técnicos sobre retrogustos y matices nasales, investiguen en internet o en algún portal de sabiondillos del vino, llenos de pitilinadas, puntuaciones y sesudas consideraciones. De nada.