Ladairo

Nací en los tiempos de Francisco Franco y en aquellos años del cuplé pasaban carros de bueyes por delante de mi ventana y la casera nos fiaba la verdura y la fruta que le arrancábamos de la huerta y que mi madre pagaba religiosamente a fin de mes.

Bebimos y comimos como condenados a muerte y empujamos los festines con Tondonia, albariño do Barrantes y botellines de Kronenbourg francés que comprábamos al otro lado de la frontera. Los tiempos cambian, los pajaritos cantan y las nubes se levantan, ¡que sí!, ¡qué no!, que nos caiga un chaparrón de este Ladairo en vez de azúcar y limón.

Es de la DOP Monterrei, colección de la familia 2019 y entra de miedo con un bocata de jamón asado con mucha mostaza, sin ir más lejos. Si necesitan más datos técnicos sobre retrogustos y matices nasales, investiguen en internet o en algún portal de sabiondillos del vino, llenos de pitilinadas, puntuaciones y sesudas consideraciones. De nada.

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