Dominio del Águila 2017

Este vinazo está parido en la mismísima Ribera, que como todo dios sabe es tierra de lechazos, de quesos grasos y lechuguinos, un pan de pellejo satinado y miga densa que lo mismo tuesta para desayuno que se empapa de leche para hermosear un albondigón en salsa.

Los sumilleres residentes de la casa de Pepe, el del Bohío, son unos truchimanes que te plantan en la mesa vinazos de bandera para beberse y no para admirarse, ¡joder!, que es un defecto de todos esos soplapollas que piensan que a los restoranes vamos a entablar conversación con dios a través del trago y a recibir lecciones de suelos calcáreos y pizarrosos.

Me poto con grumos en la corona circular y en la guantera del coche de Robert Parker, ¡menudo carácter calzo! Si necesitan más datos técnicos sobre retrogustos y matices nasales, investiguen en internet o en algún portal de sabiondillos del vino, llenos de pitilinadas, puntuaciones y sesudas consideraciones. De nada.

 

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