Crema de nata “Goenaga”

Los guipuzcoanos tenemos la folla sideral del oficio y la profesionalidad de los Goenaga, que en el barrio de Igara y a dos pasos de la bahía de la Concha mantienen una cabaña de vacas lozanas, sanas y atendidas como verdaderas reinas de las que obtienen una leche de primera con la que manufacturan productos lácteos de bandera.

Todos conocemos sus yogures verdes o azules que hacen las delicias de grandes y pequeños en diferentes formatos, tarro monstruoso de cristal con toda la sustancia acumulada en la tapa o los recipientes más discretos y chicos, para los rancios que compran de tres en tres las lonchas de jamón cocido en la charcutería.

Bromas aparte, nada me pone más palote que esta crema de pura nata doble gruesa, pues me recuerda a aquella preciosidad grasa que se acumulaba en la leche hervida, siendo crío.

Nos la zampábamos con bizcochos o magdalenas o sobre pan tostado azucarado, que es lo mismo que podrán hacer con esta delicada especialidad. ¡Corran!, cómansela a cucharadas y preparen con ella masas dulces o saladas, Chantilly o lo que les salga del moño, porque cuando menos te lo esperas, ¡palmas!, vuelas a Villaquieta y allá adelgazas, ¡cagüensos!

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