Ojuel supurao 2018

Estuvieron de moda esas cartas de vinos de postre llenas de cursiladas y de tragos empalagosos sin orden ni concierto que terminan de rematarnos, pues no suele ser buen negocio añadir dos cucharadas rebosantes de azúcar al yogur que viene ya dulce de fábrica, no sé si me explico.

Quizás sean cosas mías, me hago mayor y no hay quien me soporte. En tiempo de mosqueteros el vino de Monbazillac y los Sauternes acompañaban al foie gras justo antes del postre, así que adopten actitud de legislador del sudoeste francés y atícense esta maravilla riojana con una buena terrina troceada en tacos y generosamente salpimentada.

Sin pan tostado ni chapapote de Módena reducido. Las uvas las conservan colgadas para que concentren sus jugos, supurando, y el resultado es un vino aparentemente inofensivo de color desleído que no puede gustarme más, ¡por los clavos de cristo!

Si necesitan más datos técnicos sobre retrogustos y matices nasales, investiguen en internet o en algún portal de sabiondillos del vino, llenos de pitilinadas, puntuaciones y sesudas consideraciones. De nada.

www.ojuelwine.com

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