Si cruzan por el barrio Los Corrales en Cóbreces, verán que el destino enfrentó a la panadería del pueblo con la Abadía Cisterciense de Viaceli, que es un complejo religioso fundado en el año de la polka en el que muchos chavales estudiaron y pasaron veranos de colonias y todas esas actividades propias de película de Garci o José Luís Cuerda, ¡qué pureza!
El asunto es que en la fachada expuesta a la carretera se apelotonan en fila india multitud de gordinflones con el ansia viva de comprar un queso graso y tierno de vaca semicurado que los traslada de golpe y porrazo al tiempo de infancia en el que se lo papeaban en fino bocata. Lo elaboran in situ, es pasteurizado para que lo pueda comer Andrea, que está embarazada, ¡pobrecica!, y si lo cortan en cuñas con membrillo o lo cuelan en pan de molde y lo planchean, funde a chorros y gozarán como auténticos drogatas colándose en una farmacia, ¡viva Cantabria!
