Ahora los vinos blancos envejecen como una vieja dama inglesa y algunos se vuelven locos sacándoles matices mientras dan vueltas a la copa, con gesto afectado de descubridor de las cataratas del Niágara.
Este vinazo húngaro parido por mentes calenturientas de Valbuena de Duero, es del 2009 y está para tirárselo a chorro por la cabeza, menudo despropósito, ¡manda huevos!
Mantiene el cuerpo prieto, posee acidez virguera y es la mejor compañía para trincárselo con una buena cuña de queso o una lata de anchoílla en salazón, aunque algún sibarita anda por ahí suelto que lo emplea para encebollar salchichas de carnicero.
Si necesitan más datos técnicos sobre retrogustos y matices nasales, investiguen en internet o en algún portal de sabiondos del vino, llenos de pitilinadas, puntuaciones y sesudas consideraciones. De nada.