Viña Tondonia 2006

La pequeña bodega que mi padre tuvo en el garaje era una especie de cueva de AlíBabá en la que me gustaba meter el melón para gozar con el olor a humedad y a mohínes de gato viejo.

Las redecillas que cubrían las botellas me sugerían las medias de mujer fatal que veía en la televisión francesa y siempre supuse que aquellos corchos los colocaba el mismísimo diablo, ¡menudo pringao!

Para descorchar un viña Tondonia deberíamos vestirnos de traje y corbata, pues recibes ese torrencial y señorial chorrazo de Tempranillo, Garnacha, Graciano y Mazuelo con el que cocinan este elixir que pone roja la pinocha y como un toallero la brocha.

Posee color rubí y ribetes teja y nariz fina y huele a vainilla y a labios de fresa y a sabor de amor y a pulpa de la pasión, ¡menudos cursis insoportables eran los Danza Invisible! En resumiendo, Tondonia mola. Mazo.

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