Pastel de nata “Redul”

Si hay algo que me toca los huevos colganderos es el desprestigio social del azúcar y esa cruzada contra el pastelero y las pastelerías de toda la vida, a las que peregrinábamos cada domingo y fiestas de guardar para maravillarnos ante esas vitrinas repletas de especialidades.

Vivimos unos tiempos repelentes en los que el gimnasio, el culto al cuerpo y al Ikea acorralaron a esa feliz estampa de fumarse tranquilamente un cigarro o zamparse un merengue, pues corres el riesgo de terminar como la pobre Hipatia, lapidada por una turba de fanáticos cristianos instigados por san Cirilo de Alejandría, ¡menudo cabronazo!, ¡muera el dogma!, ¡detengan a Antonio García Ferreras!

Así que suéltense la melena de una puñetera vez y cometan pecado de gula poniéndose morados de estos fabulosos pasteles de nata, pues nunca un relleno tierno, cremoso, dulce y dorado se rodeó de hojaldre tan fino, crujiente, graso y delicado. Se deshacen en la boca y rompen en láminas tostadas y finas como papel de seda, sintiéndose la mantequilla y ese lejano toque de limón y canela, que nos recuerdan su legendaria procedencia monacal.

La suerte está echada y Roma se volatiliza convertida en ceniza, así que agarren su pastel de nata y no pierdan la calma mientras arde occidente, ¡viva el azúcar!

www.redulgourmet.com

3 comentarios en “Pastel de nata “Redul”

  1. Oscar Blanco

    No he disfrutado tanto un pastel como los pasteis de nata de Belem en Lisboa. Se me hace la boca agua de recordarlo. Ligeramente tibio aún, y con un toque de canela al gusto. Y yo que pensaba que no me gustaban los pasteles.

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