Itxaropena

Un clásico de la calle Enbeltran

Este bar de lo viejo ha sido durante los últimos cincuenta años algo más que una barra llena de pinchos y una cafetera, pues siempre fue centro de reunión de las gentes de barrio en el que bailaron a lo agarrao las materias primas del muelle y de la Bretxa y esa mano prodigiosa de Pili en el fogón, capaz de arremolinar junto a sus guisos miles de celebraciones y festines que enrojecieron los mofletes de miles de donostiarras. Cuando cerró su negocio hace bien poco, agradeció a todos sus clientes el haber podido trabajar en lo que más satisfacciones le dio en vida, ¡guisar la cocina vasca más tradicional!, ¡menuda faraona!

Ha recogido el testigo del negocio el gran Moha, joven y risueño argelino de raza que vuela por el remozado establecimiento con ganas de seguir agradando a los clientes que cruzan el umbral de la puerta de la calle Enbeltran. Dicen los más pelmas del barrio y algunos cronistas de la villa y corte donostiarra que en este mismo lugar abrió un día de primavera de 1910 un garito que bautizaron como el “Esperanza”, que muchos años después, en 1973, pasó a denominarse “Vallés” y más tarde, en 1985, ¡por fin!, “Itxaropena”, en memoria de aquellos tiempos pasados y desteñidos, que según los más cenizos, fueron siempre mejores.

Nuestro patrón y protagonista del tinglado se las ve y se las desea, día a día y sin descanso, manteniendo el tipo de una parte vieja que va renaciendo, poco a poco, de las cenizas del “cansinovirus”. Hasta hace poco nos volvíamos locos con el empacho de tanto turista y hoy, descompuestos y sin novia, no nos queda más remedio que agachar la cabeza, sonreír y ponernos manos a la obra echando buenas limosnas al cepillo para que San Antonio nos socorra y nos devuelva la devoción y la veneración a los que nos visitaban, para que regresen por tierra, mar y aire.

Moha tiene el culo pelado de currar en la hostelería local y cambió la noche, las copas y los cierres interminables a altas horas de la madrugada en el “Bule”, el “Trébol”, el “Iratxo” o algunos baretos de la Plaza Sarriegi por una nueva aventura que gira en torno a un fogón y va despachando toda esa felicidad que se estofa en el culo de las cazuelas, las mismas que removía su madre, ¡gran cocinera!, que se las veía y deseaba para alimentar a nueve hermanos. Nos une a su cultura africana esos puntos comunes de un paisaje y una gastronomía resuelta con cariño, necesidad y el tiempo necesario para resolver un buen sofrito, que salvan las distancias que provocan las especias y la calentura de esa cocina de su infancia, que brillan por su ausencia en nuestra cocina vasca, tan cristiana y austera, tocada por un poco de guindilla y el perejil de San Pancracio.

La “flaquilla” cambió las costumbres y los hábitos de las barras reventadas de gente, dando paso a un flujo menor que se va acomodando en un comedor más desahogado. Itxaropena es un canto a la supervivencia, a la naturalidad y a esa improvisación diaria de recibir con profesionalidad, paciencia y ganas. Su equipo podría atender con brillo la recepción de la mismísima Torre de Babel: Moha y Nacho bailan por la sala, mientras Raquel, Luisa, Chus, Nohemí, Neyma, Sara, Daniela, Yasmin, Suáne, Amet y Najat sudan la gota gorda entre los hornos, el fogón y las mesas, bregando con energía y ganas de superarse para recuperar el tiempo perdido. Creo que todos tenemos hambre atrasada de esas especialidades que bordan fuera de nuestras casas, así que quítense la espina clavada con unas cañas bien tiradas, una buena selección de vinos y esa carta sencilla y apetecible: ensaladilla rusa, pimientos asados con ventresca, calamares, piparras fritas, papada ibérica, cabeza de jabalí, merluza y salmonetes fritos, bonito encebollado, anchoas rebozadas, marmitako, callos guisados con morro y pata de ternera o cordero asado, son las principales fuentes de inspiración y sabiduría que se nos ofrecen para que nos saquemos de encima los viejos demonios y demos paso, empachados, a esos nuevos tiempos prósperos y luminosos que se adivinan en el horizonte, ¡que así sea!, ¡alabado sea el señor!

Itxaropena
Enbeltran 16 – Donostia
T. 943 556 789

COCINA Todos los públicos
AMBIENTE Tasca
¿CON QUIÉN? Con amigos / En familia
PRECIO Medio

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