Filipe Carvalho y Marc Pinto son lugartenientes de Martín Berasategui en Portugal y nos plantaron sin comerlo ni beberlo frente a este vinazo en un tasco lisboeta que es puro desparrame, JNcQUOI, ¡viva la farra!
Allá pilota la bodega un sumiller espigado que atesora joyas de toda suerte y condición al alcance de pocos bolsillos, pues si quieres darte el moco apolillas la cartera con las clásicas botellas para millonetis de apellido Latour, Yquem, Sassicaia, Vega Sicilia y demás bombones de la caja roja del disparate.
Si no tienen presupuesto para fuegos artificiales, recuerden que los vinos portugueses son pistonudos e hijos de las mismas vegas de los ríos que serpentean por España, así que alucinarán en cinemascope y se sorprenderán con el nivel de este trago vibrante parido en la sierra de Sintra, frente al Atlántico, vivaz como el viejo Rodrigo Díaz (es un chiste, malo, pero es chiste), y con una acidez y una elegancia que invita a chuparse la botella y agarrarse un buen moñoño, ¡vivan los pastéis de Belém!
