La primera vez que pegué un sorbo a un agua tónica, me pareció una mierda soberana, tanto o más repugnante que aquella dentellada que le arreé a una pastilla de jabón de lavanda, seducido de crío por su olor a muslamen y tanga de francesa de Saint-Tropez, ¡perdición!
Poco a poco empiezas a paladear la derrota y a sentir un placer desmedido por las bebidas amargas, aficionándote a los venenos que irremediablemente te llevan tambaleando y alegre a la sepultura, ¡viva el negroni!
Este bitter de la marca Martini está para echárselo por la cabeza y define perfectamente el carácter de esta casa de Torino que lleva desde 1872 embotellando este elixir afrodisíaco.
Déjense de mamonadas, asumamos nuestra condición de borrachuzos y desconfiemos de los que no pierden jamás la compostura bebiendo demasiado.