Pegarse al culo de los que controlan es siempre la mejor opción para los medio hechos como yo, pues a punto de cumplir cincuenta boniatos les confirmo que no hay mejor estrategia que arrimarse a los sabios y a los disfrutones.
Antes de que reventara esta pandemia caníbal de dimensiones bíblicas, tuve la suerte de beberme los vinazos de la amiga Claudine gracias a Oneka, Jose y los sumilleres residentes de Lasarte, que saben lo que vale un peine y se andan al loro de las mejores botellas para que les luzca el moñoño a sus clientes.
Si quieren saber si este trago huele a moho añejo de calcetín de Valéry Giscard d’Estaing o si regaron las parcelas con purines de gato marsellés, entren en la página web de la bodega que encontrarán aquí abajo y recopilen toda la información para soltarla a los cuñados en la próxima comida familiar … mineral … ligero … carmesí … y potente en boca. Beban vino, que nos extinguimos como civilización y Europa se va al carajo.
