Alcalá de los panaderos es una localidad sevillana que cuenta entre sus atractivos el haberse convertido en un paraíso para los más triperos, que paseamos por sus calles con la lengua fuera ante el fabuloso panorama de sus despachos de panadería y pastelería hermosamente acicalados con molletes, cuarterones, pan de leña, vienas, bizcotelas, borrachos, buñuelos, huesos de santo, lazos de crema, palos de nata, pestiños, piononos, sultanas o las reputadas y muy viajadas tortas, que todo pichichi mete en el zurrón para llevárselas a casa.
En el horno Nueva Florida revientan las amasadoras y las soleras de piedra desde 1979, pues Edelmira y Francisco se embarcaron en esta aventura bien jóvenes y con la ilusión intacta por conseguir elaboraciones artesanales sin escatimar en ingredientes y procesos de elaboración a la vieja usanza.
Pasaron los años y sus establecimientos revientan de clientela que corre entusiasmada a por su dosis de azúcar en vena y a por esas tortas finas y crujientes, delicadas como nunca antes conoció occidente, ¡vive dios! Perderán el sentido si se las plantan en el centro de la mesa porque son pura perdición y no podrán dejar de masticar como auténticos dementes hasta acabar con la última migaja.
En su composición emplean harina de trigo, azúcar, manteca de cerdo, ajonjolí, canela, matalauva y aguardiente, así que corran y pillen una caja para empujársela con un orujo blanco, un tapón de ron, un pedazo de queso graso o prínguenlas en un tarro de paté guarro de cerdo.
