En Sopuerta hay una tradición choricera y morcillera que convierte a los vecinos en tipos felices por esa facilidad que tienen para freírse un par de huevos para el almuerzo.
Todos los primeros de marzo celebran su certamen de mejor “chacinero mayor” y el “elegido” se cubre de gloria como a Indurain lo subían a hombros en Villaba tras sus titánicas gestas en los Campos Elíseos, ¡menuda farra! Rodeados de praderas y montañas, los vecinos potean por las tascas de la localidad metiéndose entre pecho y espalda unos buenos pelotazos del vermú de Antonio, un fenómeno sobrenatural con más garrote que el mismísimo Amancio Ortega, entusiasta empresario y zampón de categoría que lleva unos cuantos años empeñado en elaborar el mejor vermú del mundo mundial.
Le honra su ambición por arrimarse a los mejores tragos italianos de la casa “Mancino” o “Carpano Antica Formula”, logrando unos resultados fabulosos vinificando la Hondarribi Zuri que crece en sus viñedos de Encartaciones.
Encabeza su brebaje con golosinas que guarda celosamente en sus instalaciones, hierbas aromáticas, cortezas cítricas y todo tipo de especias seleccionadas, y de entre todas sus criaturas destaca su “vintage”, que presenta en garrafa elegante y listo para derramarse sobre coscorros de hielo, una fuente hermosa de aceitunas manzanilla, una vinagreta o en la alegre compañía del agua de seltz, una ginebra seca o un chorrazo “moderado” de Campari. ¡Viva Sopuerta, cagonriau!
