Caricia de otoño está en esa frontera poética entre nombre de ambientador de baño y compresas para pérdidas urinarias, pero es justo lo contrario porque si le das chupete a este champagne de nombre tan evocador, se te eriza la pelambrera de la sobaquera.
Los más cursis dicen que es mentolado y trago fuera de toda regla elaborado con vinos de reserva de distintas añadas, cocinados con la Pinot Noir, cabaretera de lujo de la denominación. No hay nada como beber en compañía de morros finos para hacer mías sus consideraciones, así que agárrense que vienen curvas y sepan que en cada molécula de este trago encontrarán rastro de miel de Tombuctú, flores de ramo de novia casadera y piña exótica de las selvas inhóspitas de Zanzíbar.
Bébanselo con un tarugo de queso azul o un pedazo de pastel con mucha nata montada y disfruten del otoño y de sus caricias cantando a grito pelado “Asturias, patria querida”, ¡viva la farra!
