AOVE Castillo de Canena

Lo bueno de acercarse a las ferias de alimentación es que uno tropieza con fauna de todo pelaje, suerte y condición con la que montarías un circo sin temor de que te crecieran los enanos. En ese curioso ambiente, si aterrizas de mañana y bien desayunado para no perder un segundo, encuentras a gentes venidas de todas partes en “fragoneta”, camioneta, tren, carreta o bicicleta con la ilusión de presentarte todo tipo de artillería comestible para que puedas prender mecha al cohete del sofrito en la cazuela.

Ante un “tenderete”, si echas un vistazo rápido, vislumbras el poderío o la austeridad del personal y ya que estamos, les diré que siento debilidad por charlar con los más chiquitos, porque te estrechan la mano encallecida, no tienen reparo alguno en agarrar la carretilla y te enseñan orgullosos las fotos de su móvil que muestran nietas, al perro ovejero “Tobi”, vistas flipantes de la sierra o una parrilla en el campo con careta de cerdo, costilla y mucha panceta grasa.

Este aceite de oliva es virgen extra y parido en la provincia de Jaén, un elixir exprimido en una zona estratégica única en el mundo y privilegiada por el clima, la alta calidad de los suelos y sus extensiones olivareras que cortan el hipo cuando se contemplan desde el aire o la ventanilla de un tren. En este caso se trata de una cosecha temprana de la variedad Picual que derramada sobre una tostada bien prieta de pan muestra un verdor fosforescente y un gustazo que levanta la tranca, ¡menuda fiesta! Viva la gente que madruga, trabaja en el campo y se calza sus cajas al hombro para colocarlas donde haga falta y buscarse su jornal.

www.castillodecanena.com

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