Igual es porque estoy mayor, pero cada vez me gustan más los botellones porque no podré beber jamás todo el vino que me gusta, ni leer todos los libros que descansan en las estanterías, ¡qué derrota!
Este magnum de Remelluri está soberbio y te reconcilia con el mundo, porque después de dos copas ves las cosas diferentes: Lo negro se vuelve blanco y la mortadela, pechuga.
Está cocinado en Labastida, en el marco incomparable de la Granja de Nuestra Señora de Remelluri, un paraíso en la tierra en el que se vierten las aguas del Toloño y en que crece la Tempranillo, la Garnacha Tinta y la Graciano.
Está bravo y a la altura de cualquier plato, pues corta con estilete asados, pescados o quesos afinados. Beban que el mundo se va al carajo y vienen los sioux a pasarnos el cuchillo.
Amo comer el vino con verduras cocidas. Me parece que se le saca un sabor estupendo.