Patatas fritas “Las Damas”

Gracias a los amigos de Monte Nevado, jamoneros y elaboradores de chacina ibérica de gran categoría, me estoy especializando en la flora y fauna comestible de las tierras segovianas, pródigas en materia grasa de primera necesidad.

Me siento poseído por el mismo microbio contagioso que volvió tarumba a un eibarrés de apellido Zuloaga, que cayó rendido al embrujo de la austeridad castellana y compró un castillo en Pedraza para andar cerca de sus tertulias en el Café Gijón, buscando la inspiración en los barrancos y pedregales del río Cega.

Allá podrán admirar una pequeña selección de su obra, su caballete, sus pinceles y algunas reliquias fetichistas del pintor de Fuendetodos, Francisco de Goya y Lucientes, al que tanto admiró por su descarnada forma de vivir y de ver el mundo.

Después de calmar la sed de luz y conocimiento, apetecen siempre unas cañas, así que en cualquiera de las tascas de la plaza Mayor de Pedraza encontrarán un grifo de cerveza helada para empujarse una bolsa de patatas fritas de raza, que bajo la denominación de “Riaza” y la exquisita manufactura de productos “Las Damas”, nos ofrece su patrón, Francisco José Vicente Asenjo.

Son gruesas, amplias y fritas con generosidad, pringan la mano y tienes que meterla en el bolsillo para limpiarte la grasilla con el forro cada vez que te las llevas pecaminosamente a la boca. Sepan que las patatas de bolsa las parió el demonio y son su creación más sucia y perversa para someter y tentarnos a los gordos y a los flojeras de mente, ¡me cago en Belcebú!

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