Muchas veces un vino lo recuerdas por la compañía, la animada sobremesa, la conversación o las delicias que lo levantaron en volandas, aquel queso de cabra curado, unas huevas tiernas de mújol, ese salchichón ibérico curado, un plato de jamón Mangalica Monte Nevado o esa lengua embuchada que preparan en el mesón Riscal, en Carbonero el Mayor, que es tierra de chacina curada y cumbres nevadas.
Este Ribera del Duero es un trago de muy señor nuestro que invita a beber con deleite, elegante y fino en boca con acidez bien ajustada que desgrasa las compañías típicas de la variedad, asados de lechazo castellano, quesos embarrados o en aceite, charcutería fina filipina y todo tipo de artillería de guerra que justifica agarrar el sacacorchos para emplearlo con frenesí, pues ya saben que hay que disfrutar porque nos quedan dos telediarios. Beban vino, ¡pardiez!