Romanée-St-Vivant Marey Monge 2014

Si uno pasea por la Borgoña y se acerca a los viñedos de la Romanée Conti, sentirá el viento fresco en el cogote de unas parcelas expuestas a las inclemencias del tiempo, los cuervos y esos vía crucis ante los que uno imagina a los lugareños arrodillados en tiempos de hambruna, suplicando con la oración un chusco de pan y su tiento de vino. Tiene su tomate que una de sus bodegas más legendarias esté en manos de dos familias desde 1869, y mayor mérito que no se hayan mandado aún al carajo y sigan embotellando un trago que no olemos el común de los mortales.

Una vez coloqué bajo mi sobaquera una botella de Chateau d’Yquem y caminé tan pichi hasta casa para hincármela, con tan mala suerte que resbaló estampándose contra el suelo y haciéndose añicos. Así que cuando me planto ante una botella de relumbrón como la que hoy les traigo, concentro toda mi atención como Rafa Nadal atizando a la bola y doy gracias al señor por colocarme ante un vinazo delicado y poderoso que sabe a Francia, a cuadra de terneros de leche y a cuero de sofá gastado por las calzonas de un enciclopedista de la Gironda, ¡viva Montaigne!

m.romanee-conti.fr

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