Cada vez somos más los norteños que nos secamos en el sur y viceversa, porque tropiezas por acá con familias de sureños realmente sorprendidos por nuestro verdor y la abundancia de lluvia, fuente de salud y riqueza inagotable. Ellos se zampan nuestras kokotxas al pil pil y nosotros reventamos los cuchillos del jamón, en un intercambio que termina en café, cigarro habano, un cordobés trincando “patxaran” y una donostiarra pegándose un lingotazo de licor de guindas de Cazalla de la Sierra.
Por eso no resulta extraño que este txakoli vizcaíno tenga hechuras de vino andaluz y sueñe con un rasgado de guitarra y el velo de flor de sus primos lejanos de Sanlúcar de Barrameda, aunque esté elaborado en la “serranía” de Kortezubi y el 99% de sus habitantes sean del Athletic.
El artífice de la criatura se llama Oxer Bastegieta y su trago resulta fresco, mineral y repleto de matices propios de un vino con carácter oxidativo y espíritu flamenco, como el gran cantaor Maizenita.
