Este vino lo guisan Vincent y Pascal Maurel, dos hermanos con una finca en Châteauneuf-du-Pape de 41 hectáreas que se curró a pico, pala y mula el tatarabuelo Edmund Tacussel, que sudó como una alimaña vieja para que hoy sigan vendimiando esos racimos gordos y prietos como niños recién nacidos.
Con la Garnacha de la zona cocinan este trago sedoso y bien perfumado, porque si arriman el morro al vaso alucinarán con un rastro de grosellas, cerezas, hierbas, tabaco y pimientas. Aunque cuesta un dinerito, no necesitan asarse una pularda a las uvas para descorcharlo porque yo me lo bebí en calzones y descalzo en la cocina empujando un bocadillo guarrísimo de carne cocida con tomate, ¡viva Hello Kitty!