O de los placeres secretos de un chef más listo que el hambre, hijo de sus padres y de la preciosa Prendes.
¿Un placer compartido?
Hacer el amor, vivir, comer, morir… casi todo sabe mejor en compañía. Lo importante es elegir la compañía y no que te la impongan.
¿Un placer de tu niñez?
Jugar a basket en el cole.
¿Un olor placentero?
La gasolina.
¿Un placer egoísta?
El corazón de una sandía. El cuello de Carol.
¿Un placer para tu oído?
La cocina a las ocho de la mañana, el silencio. La cocina a las tres del mediodía, el ruido.
¿Un placer para tus ojos?
Mis abuelos Ángeles y Manuel.
¿Un placer carnal?
Comer con las manos, mojar, chupar…
¿Un placer desconocido?
“El teléfono al que llama está apagado o fuera de cobertura en estos momentos”.
¿Un placer del gusto?
El poso de la olla de arroz con leche recién hecho.
¿Un placer anacrónico?
Merendar, pero no fruta y yogur; merendar, merendar…
¿Un placer que no cueste dinero?
Descalzarse tras un servicio.
¿Un placer del que avergonzarte?
Cantar con la radio cuando voy sólo en el coche. Ventanilla bajada y me monto mi videoclip… soy un friki.
¿Un placer fuera de tu alcance?
Torear. Encestar una en el último segundo en el Stapple Center. Una vuelta rápida. La alfombra roja de los Oscar.
¿Un placer irrenunciable?
Escuchar la radio cuando veo el fútbol. El Espidifen. Los bares de tapas.
¿Un placer sobreestimado?
Las angulas. Los restaurantes fashion. Los gastrobares. El cine español. El colacao (viva el nesquik). Los relojes caros. Las motos.
¿Un placer golfo y confesable?
Tomar medio litro de zumo de naranja todas las mañanas, solo cuando estoy en un hotel, sino hay que exprimirlas.
¿Quién es Marcos Morán?
23 de octubre de 1979. 170 cm. y la pesa dice que más de cien kilos. Cocinero a tiempo parcial, amante de la gastronomía a tiempo completo. Me gustan el fútbol, los toros y ver deportes raros en la tele. Si no fuera yo quién escribe esto diría que es un buen tío aunque un poco “pesao” (física y dialécticamente).
… y buena gente.
Muy, muy buena gente…
Amigo de sus amigos y de los que no lo es, trata de serlo.
Tiene una familia increíble, y eso le hace ser como es.
En la sombra (aunque más dinámico y activo que nunca), un padre que es un paisano como dios manda. De los de verdad.
Como cocinero, bueno, muy bueno. Lo mejor, las alegrías que nos regala y ha de regalarnos a los que visitamos Asturias y admiramos la cocina de esa maravillosa tierra.
En fin, que si no fuera tan pesao, seria perfecto.
; )
un abrazo.
Quique Dacosta
Tengo ganas de conocerle, muchas.
Gran compañero en el colegio. Nunca le falta la sonrisa. Con 16 se quedo fascinado con «El club de los poetas muertos» película que no he recuperado desde que la dejé en sus manos jaja
No jugaba tan mal al baloncesto…yo ciertamente era peor.
A ver si puedo pasarme por allí ahora que vuelvo a casa por Navidad.
Un abrazo Marcos!!
No sé si esto llegará a manos de David, pero la guarrindongada de que le informe la cometía a diario (es un debida temporada) un cliente de la cafetería Gredos, que se tomaba un café con leche en el que mojaba media docena de anchoas albardadas y luego de metía entre pecho y espalda aquel repugnante café con leche resultante. Desde luego que era un tipo más raro que un perro verde.