Joan Gómez Pallarès

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O de los placeres de un tipo de zancada larga que ama el vino hasta las trancas, sin mariconadas.

¿Un placer compartido?

Una paella sobre fuego de leña en el camino de Vera, junto a la ermita, donde Valencia ha perdido, ya para siempre, su alma campesina.

¿Un placer de tu niñez?

El olor del horno al que me mandaban a comprar pan. A peso, claro. Cuando la pieza no llegaba y “negociabas” con la panadera el retorno… coca de aceite y azúcar, hum…

¿Un olor placentero?

Me gusta sentirme perro, menuda nariz tienen ellos. Me he pasado la vida oliendo para recordar: el campo de trigo en agosto; el hayedo en otoño; la cocina de mi abuela; mi pueblo en invierno; tantos olores… me siento nariz.

¿Un placer egoísta?

El perfume de la mujer a la que deseas.

¿Un placer para tu oído?

Sé que llega la primavera cuando oigo los primeros vencejos en el cielo de mi ciudad. Sé que llega el otoño cuando oigo el silencio que dejan.

¿Un placer para tus ojos?

La luz de la puesta de sol en algunos lugares mágicos para mí: la sierra del Montsant, la costa de Amalfi, desde Villa Cimbrone (Ravello); Roma desde el Aventino.

¿Un placer carnal?

Comerte un bombón en la boca de tu amada.

¿Un placer desconocido?

No sé…

¿Un placer del gusto?

Beberte un paisaje: la manzanilla pasada en Sanlúcar, por ejemplo.

¿Un placer anacrónico?

Me pirro por las gorras y los sombreros. Siempre llevo uno.

¿Un placer que no cueste dinero?

El primer baño de mar, esa sensación de levedad y frescor, íntima satisfacción.

¿Un placer del que avergonzarte?

Tiendo a que no me avergüence aquello que me da placer. No sé en qué quedará mi próxima reencarnación, ¡y hay que aprovechar!

¿Un placer fuera de tu alcance?

Por ahora, comer en el restaurante zen Mibu, de Tokio. Todo se andará.

¿Un placer irrenunciable?

El primer abejaruco de la temporada. Cuando los oigo sobre mi cabeza, se me pone el espíritu alegre.

¿Un placer sobreestimado?

Decir la verdad. Con lo bonito y creativo que es mentir, fabular, enredar, engañar… sin que se note, claro.

¿Un placer golfo y confesable?

La merienda. A la edad que tengo, el día que me asalta el apetito a las 6 de la tarde, es una fiesta, esté donde esté: tener un poco de dinero en el bolsillo y entrar a una buena pastelería. Sin madre ni esposa ni hijos a tu lado.

¿Quién es Joan Gómez Pallarès?

Joan, como sus queridos Astérix y Obélix, sólo teme una cosa: que el cielo caiga sobre su cabeza. Así es que hasta que eso suceda, vive tan bien como puede y le dejan, se confiesa panteísta acérrimo y agradece a dioses y cosas los momentos de placer de cada día. Joan siente devoción por el Padre Pio de Pietrelcina, santo, por la nebbiolo y por la pinot noir (no necesariamente en este orden).

Crédito fotográfico by Soledad Felloza

6 comentarios en “Joan Gómez Pallarès

  1. Joan Gómez Pallarès

    El placer fue mío al conocer al gran David de Jorge: ojos pizpiretos, nariz y paladar siempre al quite, lengua sincera y mordaz, simpático a raudales. Que me propusiera contestar a su cuestionario Proust particular, alargándome un poquito más de lo que suele permitir, es ya otro de esos placeres de los que pienso seguir gozando, en el recuerdo.
    Gracias a todos por leer la «charla» que mantuvimos David y yo, y a los cinco paladines de los sentidos, por su compañía y saber comer y beber!
    va un abrazo,
    Joan
    PS. Para David, por razones obvias, van dos!!!

  2. David de Jorge E. Autor

    jeje, joan eres un puto crack! y qué bien lo pasamos en Rioja! salud!

  3. Joan Gómez Pallarès

    Hoy saco en mi blog, David, la referencia al test neoproust al que sometes a tus amigos. Verás que no he podido ni querido evitar la metáfora tenística de tu brillante cabezera de blog: jamás había visto una editorial tan bien puesta!
    Otros dos abrazos,
    Joan

  4. David de Jorge E. Autor

    joan, eres muy amable, nos vemos ante una botella de vino, abrazos!

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