Zamparra Nation (I)

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Dicen los postmodernos superguais a los que les gustan las buenas viandas y los buenos vinos que ellos (y ellas, como diría el Lehendakari) son “foodies”. Vamos, lo que viene siendo un tragaldabas, zamparra o un catacaldos de toda la vida de dios.
Y si hay un pueblo “foodie”, superguay y megamoderno, ese es el británico.
Ya sé, ya sé. Ahora se estarán ustedes rasgando las vestiduras, tirándose de los pelos del pecho o incluso poniéndose un cilicio para purgar semejante herejía. Pero es verdad.

De un tiempo a esta parte –en los últimos pocos años–, los ingleses le están buscando el regustillo a eso de la buena comida, e incluso a los buenos vinos.
No vamos a entrar en temas de precio porque es de mala educación hablar de dinero en las joyerías y en los buenos abrevaderos, pero es verdad que una nación que ha tenido siempre fama de mal comedora está poco a poco reconvirtiéndose y encontrando su propia senda gastronómica.
Hoy toca hablar de los mercados callejeros y ya nos pondremos con los pubs, gastropubs y garitos elegantes, que hay más días que longanizas.
Hace media docena de años se contaban con los dedos de media mano los buenos mercados tradicionales en Londres, una ciudad que necesitaría veinticinco horas al día para vivir y donde las cadenas de supermercados y las tiendas de conveniencia hacen su agosto todos los meses del año por la prisa que gastan los londinenses.

Sin embargo, gracias a la iniciativa local y la promoción de productos ecológicos, cercanos y accesibles, están proliferando pequeños mercados callejeros que ofrecen una buena selección de alimentos con muchísimo valor añadido, mucho más allá de lo que se encuentra en los aparadores de un súper al uso.
Y, curiosamente, en estos espacios puedes encontrarte a gente bebiendo por el puro placer de degustar una buena cerveza, elaborada a pocos metros de la barra donde se vende (hay que tener en cuenta que una de las principales aficiones de los amigos británicos, dicho sea con todo respeto, es encadenar una pinta tras otra hasta prácticamente caer redondos).

También puedes comprar o zamparte allí mismo un pan de categoría superior (ojito, panarras), unos dónuts rellenos de néctar imperial, o pasar horas en un mega-colmado donde encontrar desde las setas más gourmet hasta un buen aceite de oliva extremeño, o toscano, o griego. Un parque temático para cualquier tragón de tronío.

En una visita reciente a Maltby Street Market, en la orilla sur del Támesis, descubrimos hasta un pequeño puesto en el que se vendían desde maravillosos embutidos de Iparralde hasta jamón de Teruel (ojo, también ibérico) bien cortado a cuchillo.
Es recomendable madrugar, porque hay poco de cada cosa y cuando se acaba se acabó (es una de las bendiciones de la comida que no se hace en cadena de montaje).
Los que venimos del mismo Madrid capital, donde los buenos mercados de abastos y los tenderos de toda la vida van brillando por su ausencia cada vez más, disfrutamos como críos cuando en una gigantesca metrópoli como Londres, encontramos uno de estos rincones donde, oh maravilla, podemos comprar unas vieiras pescadas en fuentes sostenibles, carne del granjero de ahí mismo, las verduras más frescas, un café de primerísima categoría o unas “sencillas” chantarelas.

Definitivamente, en Inglaterra se come bien. Y cada día mejor.
Más, en próximas entregas.

Para curiosear:
http://www.maltbystreet.com
http://www.boroughmarket.org.uk
http://www.spitalfields.co.uk

1 comentario en “Zamparra Nation (I)

  1. Jorge

    Los británicos tienen fama de no saber comer, pero eso ne deja de ser un tópico. Cuando les pones delante buena comida, comen como campeones. Lo que pasa en realidad es que ¡¡NO SABEN COCINAR!!

    ¡¡¡VIVA RUSIA!!!

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