
O de unas trufas de escándalo.

O de unas trufas de escándalo.

O de una tarta con hechuras aristocráticas.

O de un pastelería donde aprovisionarse hasta las cejas.

O de una pastelería para darse un homenaje.

O de unas tejas que son un pecado capital.

O de unos pastelillos por los que no pasan los años.

O de un surtido de dulces insultantemente viciosos.
