Todo dios le pilla el punto floral y todas esas chuminadas a este trago, que si dejas un rato quieto en tu copa, despliega un fabuloso perfume embriagador a pellejo de vaca, cuadra y culo de cabra que me pone muy palote.
He tenido el gusto de probar grandísimos vinos franceses y cuando me preguntan a qué saben, digo que a silla de montar y a establo finolis de granja experimental de corderos y ovejas o a cuero de Hermés sin curtir antes de convertirse en bolsón de viaje y ponerse en el escaparate de la rue du Faubourg Saint-Honoré.
Nada hay mejor que tener amigos con conocimiento como el gran José Borrella que dice que toda esta paja que les largué se llama simple y llanamente “brettanomyces”.
Si necesitan más datos técnicos sobre retrogustos y matices nasales, investiguen en internet o en algún portal de sabiondillos del vino, llenos de pitilinadas, puntuaciones y sesudas consideraciones. De nada.
no conoces nada….
Lo siento