Salsa Cholula

Los amigos Elda y Bonetote pasan temporadas en Méjico y traen siempre todo tipo de marranadas picosas que me la ponen mirando a Calahorra, pues nada me gusta más que el picante y esa sensación explosiva que incrementa el tamaño de la almorrana calagurritana.

Está el mundo lleno de finos que van al gimnasio, beben leche de almendras y hacen yoga, pero yo pertenezco a esa tribu mamarracha de tarados que chupa el tubo de leche condensada, come patatas al jamón, añade Kas naranja a la sangría o saca los botes de mostaza “Savora”, kétchup “Heinz”, salsa “Perrin´s” y salsa “Cholula” en cuanto se fríen en sartén filetes de cadera, pechugas de pollo o arroz blanco y pisto con huevos.

Les confieso no tener ni pajolera idea de dónde se fabrica esta salsa o de si la guisan con sapos y culebras, pero está buena a rabiar y es adictiva como la drogaína poligonera, ¡dame veneno!

Sabe a chiles raros, a ajos chungos, a vinagres malos y a especias de bote caducadas, fluye con esa textura almibarada de la melodramática y maldita goma xantana, pero está rebuena y santas pascuas. Chispum.

De algo hay que palmarla, así que morir, moriremos, ¡pero qué bien lo pasemos!

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