Rosa es la jefa de La Supera donostiarra de San Martín, una inconformista obsesa de la calidad que lleva muchos años demostrando que la fruta buena existe, pues ella la lleva y no es buena, ¡es cojonuda!
Su mostrador exhibe los primores de cada temporada y su exigencia es tal, que no hace falta llevarse el melocotón o la pera blanquilla al morro para olfatearla, pues todo lo que sirve es extraordinario, sabroso y luce su mejor sazón, sin defectos.
Es firme defensora de que lo “bueno y barato” no existe y da fe de ello, porque la calidad se paga y nadie da duros a pesetas. Los campesinos que defienden la calidad trabajando el campo con profesionalidad y empeño en la siembra, el cuidado o la cosecha son sus proveedores.
Sin trampa ni cartón, su fruta es especial, seleccionada, madura y en su punto, pues como si de una “afinadora” de quesos se tratara, la limpia y acicala para plantarla ante tantos clientes que suspiramos por pegarle un mordisco a ciruelas, higos, cerezas, melocotones, paraguayos o papayas.
Sus dátiles parecen pasteles y son el mejor ejemplo de cómo se las gasta la patrona de esta frutería sin rival, ¡menuda campeona!