Delicia del Oliyos

Ahora que descubrimos Constantinopla con estos lodos del cansinovirus y nos dimos cuenta de las cosas importantes de la vida, ya es hora de arrodillarse ante la magnitud de los pinchos y banderillas coronados con huevo duro y salsa mahonesa.

Hasta que nos rodearon las filas enemigas con su armamento químico de vinagre de Módena reducido, aceite de oliva esferificado y cursiladas de destrucción masiva, fuimos felices llamando a casa desde las cabinas telefónicas y zampando pintxos normales a dos carrillos, atravesados con su palillo mondadientes.

Me vuelve loquísimo el clásico huevo cocido puesto en pie y atravesado con gamba cocida, aceituna y mahonesa o esa otra maravilla que sobre una rebanada de pan frito recuesta una anchoílla en salazón con huevo, langostino y pelotazo de salsa.

Pero hay una obra de ingeniería prodigiosa en el Oliyos del barrio donostiarra del Antiguo que llaman “delicia” y consiste en un pincho generoso con dos anchoíllas, huevo, pegote de mahonesa, un aliño “vinagroso” y tiento de salsa inglesa Perrin’s que convierte cada bocado en una golosina del viejo imperio.

¡Viva la decadencia y la caspa con chorreras, la copa de la casa, el pomporé y el gran Benny Moré!

 

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