Ya reseñamos otra criatura de este mismo productor borgoñón y hoy sacamos de la chistera otro hermanito de esta bodega para reivindicar la maravilla que supone beber estos vinazos tintos para acompañar pescados y mariscos.
Es alianza campeona pegarle un sorbo a esta droga bebestible comiendo un bogavante troceado asado a la parrilla y jamado con las manos, o a una langosta con mahonesa, o a una montaña de cigalas cocidas.
No quisiera parecer nuevo rico, pero hasta con sardinas a la brasa o con una gruesa rodaja de merluza hervida, es un despelote digno de portada de la “Interviu”. Si quieren saber “postgustos”, “retrogustos” y demás, memoricen la ficha técnica que encontrarán en la web de la bodega y podrán medirse la longitud de los nabos con los cuñados en la próxima reunión familiar. De nada.
