Vinagre “Horácio Simôes”

Les he contado muchas veces que me bebo los vinagres buenos a morro y aunque prefiero comer el tomate o la lechuga con aceite bueno y sal, ¡menudo marciano!, riego con vinagre todo lo que se merece un chorretón en lo alto, o esos guisos y marinadas, escabeches y demás primores que se vuelven joyería fina por el concurso del vinagre fino filipino.

Así que si tropiezan con esta rareza escasa, pues embotellan muy pocas unidades, ¡vaya putada!, denle boleto y santas pascuas, porque la familia Horácio Simões sabe lo que se trae entre manos elaborando este vinagre dulce con profundo conocimiento en la materia, pues llevan desde 1910 vinificando brebajes de infarto.

Disponen de cuarenta hectáreas de viñedo propio y producen anualmente trescientos mil litros de vinos entre los que destacan sus moscateles rojo y de Setúbal, con los que elaboran este vinagre de factura irreprochable, dulce, perfumado, limpio y sedoso, que puede utilizarse tanto en cocina como en coctelería como si no hubiera un mañana.

El día que muera, que me embalsamen con el vinagre de Horácio como al gran faraón Tutankamón.

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