Rillettes de pato “Barthouil”

Aunque parezcan historias sacadas de una novela del inspector Jules Maigret, les juro que de chaval aterrizábamos mi padre y yo en la feria de Peyrehorade bien de madrugada y alucinábamos con su espectáculo antediluviano, asistiendo boquiabiertos a una colosal feria navideña de pato graso.

Hoy nos la cogemos con pinzas y reinan los animales de Walt Disney, pues besamos a nuestras mascotas en el mismo morro con el que se olisquean el culo y remueven sus cacas, haciendo el idiota mientras cedemos terreno conquistado tras muchos siglos de civilizada barbarie.

Me siguen volviendo loco las vísceras, la sangre y toda esa cultura “matarile” del pato sabiamente cebado que heredamos de antiguas civilizaciones, empeñadas en la obtención de hígados hipertrofiados y carnes óptimas para servirse en la mesa del gran Lúculo.

Jean Jacques es el patriarca de esta casa francesa con la que aprendimos a rendir culto a las carnes de oca y pato, que en sus diferentes formas ofrecen una cocina casi en peligro de extinción que nos convirtió en humanos, sopas “garbure” o “cassoulet” de granos mantecosos y esos frascos de vidrio y latería con “chichons”, “fritons”, patés de campaña y carnes eternamente confitadas que resucitan en el horno guarnecidas con patatas fritas y vino.

Si me dieran boleto en la horca y pudiera rogar mi última voluntad, me zamparía un bocadillo de esta desbordante “rillette”, única en su género, magra, deshilachada, grasienta y tapizada de pimienta. Adiós mundo cruel, me piro papiro y ahí os quedáis con Peppa Pigg, Pluto, Daisy, el Rey León y la princesa Pocahontas.

www.barthouil.fr

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