Rara vez tienes la oportunidad de pimplarte una reliquia de semejante calibre, pues un oloroso es un fabuloso vino habitual para el aperitivo que abre los poros y enciende el apetito y no acostumbras a beber elixires vinificados en 1730, ¡madre del amor hermoso!
Así que estamos plantados ante una momia bebible y antes de darle boleto, sientes la misma sensación en la piernas que Howard Carter rompiendo el sello de lacre para acceder a la cámara del tesoro repleta de maravillas indescriptibles.
Así es este Decano, un vino inédito y una rareza procedente de una mezcla de vinos añejos y soy un privilegiado por haberme pimplado una copa de este vinazo. Corto, cierro y “pá mi coño” ha ido. Chispum.