Mermelada Caprichos del Guadalquivir

 

El amigo Juan de “Hecho en Andalucía” es una especie de flautista de Hamelín a domicilio de las golosinas sureñas más increíbles, pues lleva unos cuantos años alegrándonos la existencia en los desayunos, las comidas, las meriendas y las cenas con molletes antequeranos, panes de telera, tortas de manteca, bizcochos marroquíes, vinagres venerables, alfajores, manteca colorá, aceites de oliva, yemas o filetes de caballa de proporciones descomunales.

Es un alegrón recibir sus llamadas telefónicas anunciando las novedades y un subidón aún mayor abrir esos paquetones que portan oro, incienso y mirra comestibles, ¡madre mía! Soy un chiflado de las mermeladas y nada me gusta más que visitar la nevera un minuto antes de meterme en la cama para darle un zarpazo a un tarro de este magma dulce e increíble de naranja, elaborado en Palma del Río, en plena cuenca del valle del Guadalquivir.

La guisan con un porcentaje altísimo de naranja “cadenera”, de piel fina y pulpa carnosa, recolectada a mano y con menos azúcar de lo normal, sin colorantes, sin pectinas y sin añadidos chungos que convierten muchas mermeladas en pegamento “Imedio”. Alégrense porque sus hermanas también están de muerte, ¡aleluya!, pues de la misma camada salen joyas como la de naranja sanguina o la de pomelo, verdaderas tetas de novicia, ¡alabado sea dios!

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