El día que la palme, si es cierto aquello de que te largan una película de tu vida enterita, les aseguro que el Kaia de Getaria saldrá un porrón de veces en los fotogramas, porque en sus mesas he llorado, reído y cantado con amigos, novias, padres, hermanos, fantasmas, clientes y conocidos de todo pelaje y condición.
Estar allí sentado, junto a la humareda de su parrilla, es un verdadero pelotazo que debe comenzar con un trago de este txakoli de chispa y garra contrastada, el mejor aliado para dar buena cuenta de una fuente de bonito y anchoíllas en aceite y pasar luego a meterse entre pecho y espalda unos chipirones encebollados, unas kokotxas al pil pil y un señor rodaballo a la brasa. ¡Viva Juan Sebastián Elcano!
